SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION
Con este sacramento se
reintegra de nuevo a la vida de gracia con el Señor, es la herramienta con la
cual nos acercamos a Dios para ponernos en gracia reconociendo cada una de las
faltas cometidas en nuestra vida de pecado. Jesucristo desde siempre enseño la
manera de perdonar, que no sólo es confesar con los labios las faltas
cometidas, es también reconocer sin ningún tipo de rencor las ofensas
recibidas, muy por el contrario es aprender a perdonar siempre con un corazón humillado
dejando atrás todo tipo de ataduras que nos van separando del amor de Dios.
En este sacramento encontramos
el camino directo para llegar al Padre y el sacramento al cual todos como
cristianos creyentes en la fe, debemos hacernos presentes teniendo de presente
que quien no participe de este sacramento no podrá compartir de la cena del
Señor, asistir a la fiesta y no participar del banquete al cual como hijos de
Dios estamos invitados, esta es una de la reglas que se tiene que cumplir para
hacer efectiva la eucaristía en todo su esplendor en nuestro corazón.
La vida es una constante lucha
contra el pecado, con la reconciliación se comienza el proceso de conversión,
teniendo en cuenta que es Dios quien perdona los pecados, un poder conferido a
los hombres como autoridad de reconciliación de los hombres con la iglesia.
Es un sacramento dentro del
cual encontramos la paz, la tranquilidad a todas las ofensas cometidas,
teniendo la plena certeza que Dios siempre perdona, pero que tampoco por esto
estamos en la libertad de estar pecando a todo momento, hoy pecamos y mañana
pedimos perdón, tomándolo como un pequeño juego, por lo tanto Dios perdona, es la verdad que a
todos nos encierra y la cual debemos comprender y compartir, consientes que a
Dios no se puede engañar.
Quienes nos acercamos a este
sacramento estamos escuchando el llamado de Jesús a la conversión volviendo al
Padre de quien nos habíamos alejados por culpa del pecado, creyendo con fe
plena en el anuncio del Reino y que el tiempo se ha cumplido.
Con el Bautismo se logro la
conversión primera lavándonos de toda culpa renunciando al mal iniciando una
vida nueva, con la reconciliación que es una tarea ininterrumpida para toda la
iglesia que recibe en su propio seno a los pecadores, trayendo la esperanza
anhelada por todos los cristianos con la imagen de una nueva creación en la
figura de Jesucristo.
En su vida pública a Jesús siempre lo
criticaron sus contradictores por estar a todo momento rodeado de pecadores,
porque comía y los acogía, en este sentido Jesucristo mostraba su humildad de
corazón y sencillez de obra en cada acción realizada, a esto los fariseos les
parecía algo salido de lo común porque se creían cumplidores de la ley y que
con esto les bastaba, esto suele suceder en el mundo de hoy, a quienes se creen
católicos porque asisten a las eucaristías, realizan novenas con la convicción
que esto basta diciendo que no se la hace mal a nadie, pero si se critica la
actitud de los sacerdotes y de las persona que están vinculadas directamente
con los compromisos apostólicos.
Las parábolas expuestas en el
capítulo 15 del evangelio de Lucas, son la muestra que hace Jesucristo a sus
contradictores no solamente de la época, sino también a los del mundo de hoy,
es un llamado a aprende a perdonar como el Padre lo hace, la alegría que se
siente en el Reino de los cielos cada vez que un pecador se convierte, es
comparada con la misma alegría que siente el hombre por sus triunfos los que
comparte con todos los allegados, haciendo fiestas para celebrar aduciendo
poder, siendo el centro de atención de todos los invitados vanagloriándose de
sus éxitos.
Con la parábola del hijo
prodigo es el fiel reflejo del hombre de hoy, quien cree tenerlo todo, lo sabe
todo, y por esta razón se aleja de Dios abriéndose a un mundo desconocido que
como un monstruo de mil cabezas lo devorando poco a poco sin darse cuenta, es
el avance tecnológico, las fiestas, los ídolos que el hombre inventa
divorciándose del amor de Dios, creyéndose dueño de todo porque posee una
inteligencia superdotada.
Con esto está violando las
principales reglas divinas entrando un mundo de pecado, enceguecido por los
placeres que lo encierran en un círculo vicioso en una aparente felicidad que se
convierte en fuego ardiente que carcome lo más profundo del ser, pero gracias a
la misericordia de Dios, es Dios quien va en busca del hombre y comienza a
hacerle comprender las maravillas de su amor, está en el hombre atender este
llamado de conversión, para salir de la vida de pecado que se lleva y volver de
nuevo los ojos a él.
Dios va colocando en el camino
del hombre pecador las herramientas necesarias para que vuelva a tomar el
camino perdido, abre los brazos para recibirlo demostrando gran amor, tal como
lo hacía su Hijo en el mundo al comer con pecadores. Es el llamado que le hace
al hombre para que comprenda que en Dios está todo que a pesar de haber perdido
todas las cosas del mundo material, en Dios encuentra todo lo que el hijo
prodigo anhelaba al regresar de nuevo al Padre. Anhelo que se logra con la
reconciliación de corazón por todas la faltas cometidas y comenzar a vivir una
vida nueva abriendo el corazón a Dios.
En la parábola del hijo
prodigo se reconoce la actitud reconciliadora de Dios, la cual nos permite
salir de la vida de pecado que se lleva y volver los ojos a Él, quien nos
recibe con los brazos abiertos, preparando una fiesta colocándonos el mejor
traje, exigiendo de nosotros sólo un
corazón abierto al amor y un cambio de vida, como lo hizo el hijo
prodigo, “Padre, pequé contra Dios y contra ti. Ya no merezco que me llames
hijo tuyo” (Lc 15, 18)
La misericordia divina exige
de nosotros un cambio de vida, una verdadera conversión, como la que hizo el
apóstol Pablo, que dejo atrás su vida pasada y se convirtió plenamente a
Cristo, es el llamado al cual todos estamos a atender.
En este capítulo 15 se revela
el autentico rostro de Dios, la misericordia, la forma de cómo perdona a todos
los pecadores y convive con ellos, es un llamado a aceptar la misericordia de
Dios en la vida y a ser misericordioso con nuestros semejantes de la misma
manera de cómo Dios lo es con nosotros.
Se debe aprender a hablar con
confianza plena en Dios, como un hijo que lo busca y está dispuesto a obedecer
aceptando su voluntad, teniendo un pleno convencimiento que con la
reconciliación se logra lo más importante de la vida Cristiana, el perdón de
los pecados para vivir en la plenitud de la fe el sacramento de la eucaristía.
Los
sacramentos son llamados caricias de Dios, una caricia no puede nacer sino de la
ternura de Dios, los sacramentos expresan esa ternura de Dios. Como las
caricias nacen del amor y fomentan el amor, así los sacramentos brotan del amor
de Dios y hacen crecer el amor a Dios.
Además, hablar de los sacramentos como caricias de Dios significa situarlos en un contexto de cercanía mutua y de contacto sensible. Los sacramentos están gritando la cercanía de Dios y reclamando la cercanía del hombre. Por eso en los sacramentos hay contacto físico: acciones, palabras, gestos visibles, audibles que nos acercan a Dios.
Con el sacramento de la
reconciliación se vive una vida centrada en el amor pleno de Dios, aceptando y
cumpliendo cada mandamiento que nos conducen por el camino de la salvación para
entrar a formar parte del Reino de Dios.
Es una breve explicación del sacramento de la reconciliación pero muy inspirada por el Espitu Santo, gloria a Jesucristo Nuestro Señor
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