SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION
El sacramento de la
confirmación es la reafirmación del Espíritu Santo en la vida del hombre, que
junto con el bautismo y la Eucaristía son los sacramentos de iniciación
cristiana, un proceso dentro del cual todo ser humano está llamado a forma
parte para entrar al Reino de Dios, es la iniciación en la vida Cristiana
enriquecida por la fortaleza del Espíritu Santo, quien con sus siete dones le
da la animación a todo cristiano comprometido.
Con la confirmación el hombre
inicia su crecimiento a la edad madura de la vida espiritual, es un paso que se
da dentro del proceso para entrar a formar parte activa en el acompañamiento de
la Iglesia enriqueciendo el proceso de formación cristiana comenzando así con
la misión y aceptando la voluntad del Padre.
El Espíritu Santo el principal
estandarte de la Iglesia, la fuente inagotable, ha dejado en cada uno de sus
dones plasmado de cómo mediante la fe centrada y firme se puede lograr un
conocimiento de la verdad, siendo la guía y la luz de nuestros pasos en el
camino que conduce a la salvación.
Cada uno de los dones cumple
un requisito, una misión por cumplir, es aprender a entender que se debe tener
el corazón abierto a cada uno de ellos pidiéndolos con fe y con la certeza que
van a llegar para formar parte de
nuestro proceso, tal y como lo recibieron cada uno de los discípulos el
día de pentecostés.
Con los sacramentos de
iniciación cristiana el ser humano da
los primeros pasos para comenzar a pasar el rio de la vida, son las piedras
puestas en el lecho del rio para cruzar a buen puerto sin dejarse empapar por
las cosas del mundo que arrastran hacia la corriente del pecado.
Al momento de la confirmación
al ser ungido el Espíritu Santo comienza
el proceso de transformación a quien lo recibe, la importancia radica en la
aceptación que se tenga por parte de quien lo recibe, la comprensión y el
significado que tiene este sacramento para la vida, que no es una tradición
porque la iglesia lo pide y lo exige
para poder llegar a los demás sacramentos, es entender que es un puerto seguro
hacia la cima, que es un sacramento con el cual todo cristiano se une mas a la
Iglesia de Cristo convirtiéndose en fiel testigo de la verdad defendiendo la fe
con sus obras y palabras. La Confirmación es necesaria para vivir
correctamente una vida cristiana, ya que da las ayudas necesarias para
lograrlo, por eso, el derecho vigente, prescribe que todos los bautizados, deben
recibir este sacramento, ell no hacerlo por desprecio o por no darle
importancia, será materia grave de pecado.
El sacramento de la
confirmación activa y aumenta en cada uno de los cristianos los dones del
Espíritu Santo.
Sabiduría, que nos comunica el gusto por las cosas de Dios. Por medio de él vamos gustando de todo lo relacionado con Dios.
Inteligencia, que nos comunica el conocimiento profundo de las verdades de fe, es decir, la capacidad para entender las cosas de Dios.
Ciencia, que nos enseña la recta apreciación de las cosas terrenales, entender las cosas de la tierra tal y cómo son.
Consejo, nos ayuda para formar un juicio sensato, acerca de las cosas prácticas de la vida cristiana.
Fortaleza, nos da fuerzas para trabajar con alegría por Cristo, haciendo siempre el bien a los demás, tal como Él lo hizo.
Piedad, que nos relaciona con Dios como Padre, ya que Él es el ser más perfecto que existe en el universo y es nuestro Creador y nos ayuda a aceptar la autoridad que tienen algunos sobre nosotros.
Temor de Dios, nos lleva a tener miedo de ofender a Dios, por amor a Él y por lo tanto, a tratar de no pecar para no alejarnos de Él.
Además la confirmación invita a tener un acercamiento más directo con la
Iglesia.
Nos une profundamente con
Dios y con Cristo.
Nos une con un vínculo mayor a la Iglesia.
Aumenta la gracia santificante.
Se recibe la gracia sacramental propia que es la fortaleza.
Imprime carácter, la marca espiritual indeleble, que nos marca con el Espíritu de Cristo. Es un sumergirse de manera más profunda en la comunidad cristiana.
Como
cualquier otro sacramento, la Confirmación debe de dar en los que lo reciben
frutos interiores y exteriores. En este caso, los frutos ayudan a la Iglesia en
su misión de extender el Reino de Dios.
La Iglesia es una Iglesia misionera, porque Cristo así la fundó, dándole el mandato a los apóstoles de “Ir y predicad……”. A partir del día de Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo, los apóstoles se lanzaron a predicar sin miedo, movidos por la fuerza del Espíritu Santo.
Nosotros, por medio del Bautismo, entramos a formar parte de la Iglesia, del Cuerpo Místico de Cristo. Con la Confirmación somos llamados a vivir como miembros responsables de este Cuerpo.
Como fruto de este sacramento, al recibir el Espíritu Santo podemos construir el Reino de Dios en la tierra, a través de nuestras buenas obras, de nuestras familias, haciéndolas un semillero de fe, ayudando a nuestra parroquia, venciendo las tentaciones del demonio y la inclinación al mal.
El Espíritu Santo nos mueve a seguir las huellas de Cristo, tomándolo como ejemplo en todo momento, ya sea pública o privadamente. Nos ayuda a ser perseverantes, luchadores, generosos, valientes, amorosos, llenos de virtudes y en caso de ser necesario, hasta mártires.
Otro fruto del sacramento es que sostiene e ilumina nuestra fe. Cuando lo recibimos estamos afirmando que creemos en Cristo y su Iglesia, en sus enseñanzas y exigencias y que, por ser la Verdad, lo queremos seguir libre y voluntariamente.
También sostiene y fortalece nuestra esperanza. Por medio de esta virtud creemos en las enseñanzas de Cristo, sus promesas y esperamos alcanzar la vida eterna haciendo méritos aquí en la tierra.
Así mismo, sostiene y incrementa nuestra caridad. El día de la Confirmación recibimos el “don del amor eterno” de Cristo, como un regalo de Dios. Este amor nos protege y defiende de los amores falsos, como son el materialismo, el placer, las malas diversiones, los excesos en bebida y comida
El Bautismo es el único sacramento absolutamente necesario para la
salvación. La Confirmación, no es absolutamente necesaria para la salvación,
pero sí para vivir correctamente una vida cristiana, ya que da las ayudas
necesarias para lograrlo. Por eso, el derecho vigente, prescribe que todos los
bautizados, deben recibir este sacramento. El no hacerlo por desprecio o por no
darle importancia, será materia grave de pecado. También
la Confirmación nos compromete a la santidad. Tenemos la obligación de ser
santos, el mismo Cristo nos invita: “Sed pues perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto”. (Mt. 5, 48).
La santidad es una conquista
humana, ya que Dios nos da el empujón, pero depende de nuestro esfuerzo y
nuestro trabajo el alcanzarla.
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