CREDO DEL PUEBLO DE DIOS

El papa Pablo VI manifestó en esta homilía con la sencillez de sus palabras la profesión de fe que el pueblo debe mantener, tomando  como base el Credo en donde se manifiesta la divina providencia del Padre, quien creo todo cuanto existe por su propia voluntad, sin ayuda de nadie, como una prueba del gran amor que le tiene al hombre a quien creo como imagen y semejanza.

Es una invitación directa por medio del Santo Papa para como el mismo lo llama el pueblo de Dios se centre mas en el mensaje de su Palabra, la misma Palabra que ha trascendido a través de los tiempos como una invitación perenne a estar siempre en contacto con el creador.

Con este análisis el Papa Pablo VI pone de manifiesto su gran entrega al pueblo, haciendo una invitación directa a recuperar la fe perdida, a continuar creyendo en la obra salvadora de Dios, dejando un mensaje claro que debemos estar atentos a defender la verdad revelada la cual no puede ser modificada por hombres ni ser objeto de transacciones o componendas.

Se necesita mantener una fe firme y limpia, sin ataduras de las cosas del mundo, testificando que son verdades reveladas por Dios, que no están fundamentadas en la ciencia como lo quieren hacer muchos estudiosos de esta materia, es un Dogma hace la revelación divina, con un Dios que se revela asi mismo y que entre sus planes esta salvar al hombre.

Esta profesión de fe que esta basada en el Credo, al cual todo católico se acerca diariamente la mayoría de las veces sin hacer una meditación profunda de lo que encierra esta profesión de fe, simplemente se reza, se repite, es hora de colocarle un sentido mas profundo a cada frase pronunciada, para de esta manera comprender que cada vez que se dice creo, no sea  para repetir, sino que salga de verdad del corazón con la plena seguridad que todo lo que se encierra en el credo es verdadero, inspirado por Dios y despejar de una vez por todas, las dudas que se puedan tener.

La verdad es un obra maravillosa que invita a hacer un análisis profundo, la manera como lo estamos interpretando. Es una obra que vale la pena estudiar y dar a conocer más profundamente dentro de la iglesia.

El credo del pueblo de Dios fue un regalo muy especial que dejo el Papa Pablo VI en su homilía el día 30 de junio de 1968 en el acto del cierre del año de la fe, en ocasión del aniversario 1900 del martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo, explicando de manera explicita lo que contiene el credo de Nicea, en el la iglesia ratifica como el Hijo de Dios es de la misma sustancia del Padre, como una defensa de las doctrinas cristianas.

El credo del Pueblo de Dios, de Pablo VI es largo en su contenido por que explica  con calma cada uno de los enunciados básicos de la verdadera fe cristiana. Como el propio pontífice escribiera, la intención es «conservar íntegramente el depósito de la fe», así como «robustecer nuestro propósito de llevar la misma fe a la vida en este tiempo».

PROFESIÓN DE FE

CREEMOS EN DIOS
Cada vez se pronuncia la palabra creo, se esta manifestando con eso que se tiene la conciencia firme de creer que Dios es un solo Padre, que no hay otro que fue el creador de todo cuanto existe, visibles e invisibles, es una verdad revelada de la cual se esta haciendo una manifestación profunda de la esencia del Padre. Dios es nuestro creador, nos dio un lugar donde vivir, nos creo seres con la capacidad de amor, que nos sirva de lazo de unión con nuestros semejantes teniendo un contacto directo con Él.

Creemos que solo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de si mismo, revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo, el gran misterio de la Santísima trinidad que como hombre desconocemos pero del cual estamos llamados a dar una fe plena, convencidos que Dios esta presente en cada momento de nuestra vida.

CREEMOS EN JESUCRISTO.
En esta parte el Papa hace un llamado profundo a creer en Jesucristo, como el ùnico Hijo de Dios, como el verbo venido del Padre reafirmando la encarnación de nuestro Señor Jesucristo quien fue engendrado y no creado por obra y gracia del Espíritu Santo en el seno de la Virgen Maria haciéndose hombre menos en el pecado,  de la misma esencia del Padre.
Por lo tanto no se debe caer en el error de desconocer la esencia de Jesucristo con respecto al Padre como lo niegan o lo quieren hacer creer algunas sectas religiosas.

Jesucristo como hombre habito entre nosotros anunciando el reino de Dios del cual estamos llamados a formar parte directa, dándonos a conocer al Padre, impartiendo el mandamiento del amor, que nos amaramos los unos a los otros como él nos ha amado, enseñando como se sufre en silencio, aceptando todo con amor.

Nos dejo las bienaventuranzas en el evangelio, lo vivió todo y lo padeció todo por nuestros pecados, padeciendo una muerte de Cruz, salvándonos con su sangre redentora, cosas que aun el hombre de hoy no ha querido comprender, de cómo Jesús siendo Hijo de Dios y con todos sus poderes se abajo a nuestra altura pecadora traspasando todos los limites, son cosas que la mente humana no alcanza a anteponer como ejemplo de vida en cada una de sus acciones, siempre se esta respondiendo ofensa con ofensa y nos olvidamos del perdón.

Fue muerto y sepultado resucitando al tercer día, que descendió a los infiernos, para luego subir al cielo, dejando un mensaje claro de su grandeza como Hijo de Dios, que no se puede dudar en ningún momento de la forma en como Dios quiso manifestar al hombre su amor, que por causa del pecado se había separado y que por causa de esa separación Jesucristo fue sometido a los mas crueles tormentos que un ser humano puede padecer.

CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO.
En esta profesión de fe se ratifica una vez más que el Espíritu Santo que fue enviando después de la resurrección y ascención de nuestro Señor Jesucristo  a los cielos como nuestro protector, quien nos ha venido acompañando por siempre siendo nuestra guía, fortaleciendo a todo momento la Iglesia como su principal estandarte.

El Espíritu Santo siempre esta acompañando a todo momento con sus dones y frutos, mostrándonos el camino al que estamos llamados todos, al de ser perfectos como nuestro Padre que esta en los cielos.

La Virgen María quien fuera escogida como la Madre del redentor, siempre Virgen,  fue redimida, sin pecado original, la Inmaculada que despues de su vida terrenal fue eleva en cuerpo y alma convirtiéndose en nuestra Madre redentora.

La Virgen Maria la compañera fiel que lo soporto todo junto a su Hijo, sin colocar ningún tipo de objeciones, aceptándolo todo con su inmenso amor de Madre.

EL PECADO ORIGINAL
Dentro de la profesión de fe creemos que por el pecado original entro la muerte al mundo, el pecado de nuestros primeros padres, asumiendo las consecuencias de estos actos, que llevaron al hombre por su naturaleza humana a adentrarse en las cosas del mundo alejándose del amor de Dios, cada hombre el libre y dueño de sus propios actos.

Por este pecado de desobediencia nuestros primeros padres perdieron la gracia para ellos y para nosotros sus hijos. En el concilio de Trento sostenemos que el pecado original se transmite junto con la naturaleza humana por herencia, del cual cada uno es dueño.

Que Jesucristo con su muerte en la Cruz nos rescato del pecado original y de todos lo pecados personales cometidos por cada uno de nosotros. Que con el Bautismo se borra el pecado original es por eso que todos debemos recurrir a este sacramento para convertirnos en hijos de Dios, el cual debe ser suministrado a los niños por los padres, quienes no son culpables de los pecados personales.

CREEMOS EN LA IGLESIA.
Creemos que la Iglesia es una Santa Católica y Apostólica por tener a Cristo como su fundador, edificada sobre Pedro, la Piedra que sostiene la Iglesia, conformada por un pueblo peregrino llamado a cumplir y profesar la voluntad de Dios.

Si viene de Dios, si Jesús, Hijo del Padre, la ha fundado, merece ser tratada con el máximo respeto. La Iglesia sería entonces la expresión de un cariño inmenso de Dios, de un deseo de ofrecer a los hombres un camino de salvación, de felicidad, de paz. . Si viene de Dios, habría que aceptarla tal y como la quiso Jesús. Con sus enseñanzas y con su jerarquía (Papa, obispos, sacerdotes).

Con sus sacramentos y con la gran celebración del domingo, día del Señor. Con el mandamiento del Amor, que lleva a plenitud la Antigua Alianza con sus preceptos, y que nos invita a vivir como hermanos, hijos del mismo Padre, hermanos en Cristo.

Si viene de Dios, no tiene sentido “exigir” a la Iglesia que “adapte” a los nuevos tiempos su doctrina sobre la anticoncepción, o sobre el aborto, o sobre el divorcio, o sobre el matrimonio. No tiene sentido pedirle que ordene mujeres o que cambie sus enseñanzas y disciplina sobre el celibato de los sacerdotes. No tiene sentido querer una Iglesia a nuestra medida.

Creo en la Iglesia. Quizá no puedo convencer a otros de su verdad y su grandeza. Quizá no siempre los católicos hemos sabido ser testigos del tesoro divino presente en la Ella. Pero ello no quita la belleza del Amor de Dios encerrado en su Iglesia. Un Amor que se ofrece a todos, que puede tocar cada corazón que se abre, sencillo, fresco, a Cristo Salvador.

Creemos que el sucesor de Pedro es el pastor pendiente de sus ovejas, y nosotros como sus ovejas debemos ser dóciles de espíritu con un corazón ardiente unido en el amor, aceptando la voluntad del Padre.

ESPERANZA DE UNIDAD.
Jesucristo como creador y fundador de la Iglesia en un ambiente de esperanza y unidad, siendo este un camino de salvación, porque Cristo es sólo el mediador y esta en cada uno de nosotros aceptar las exigencias de la Iglesia.

Creemos que pertenecemos a la Iglesia  de cristo la cual fue fundada el día que el espíritu de Dios vino sobre los discípulos que estaban reunidos en el aposento alto en Jerusalén el día de Pentecostés, que desde ese momento en adelante los discípulos comenzaron a multiplicarse sobre toda la tierra.

Creemos que la Santa Eucaristía es el encuentro directo con Jesucristo en donde nos compartió su cuerpo y su sangre para nuestro alimento.

La unidad de la Iglesia es unidad en la verdad, unidad en una sola fe, en un mismo Espíritu. Otra unidad será puramente sociológica o solo aparente. Aunque si hemos de ser del todo sinceros, ni siquiera es aparente la unidad de la Iglesia allí donde se permite la disidencia doctrinal y la arbitrariedad contra la disciplina. Por el contrario, todo es pura división, lucha sorda continua, convivencia tensa, incapacidad de hablar y de trabajar juntos.

LA TRANSUSTANCIACION
Cristo no puede estar así presente en este Sacramento más que por la conversión de la realidad misma del pan en su Cuerpo y por la conversión de la realidad misma del vino en su Sangre, quedando solamente inmutadas las propiedades del pan y del vino, percibidas por nuestros sentidos.

Nuestro Señor Jesucristo está verdadera, real y sustancialmente presente, en el Santísimo Sacramento del altar. Es sacramento porque es signo sensible pan y vino y eficaz produce lo que significa, de la gracia invisible y porque contiene al Autor de la gracia, al mismo Jesucristo nuestro Señor.

Nuestro Señor se hace presente por la conversión del pan y el vino en su Cuerpo y Sangre. Esa admirable y singular conversión se llama propiamente «transubstanciación», no consustanciación, como quería Lutero.

Por la fuerza de las palabras bajo la especie de pan se contiene el Cuerpo de Cristo y, por razón de la compañía o concomitancia, junto con el Cuerpo, por la natural conexión, se contiene la Sangre, y el alma y, por la admirable unión hipostática, la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

EL REINO DE DIOS NO ES DE ESTE MUNDO.
Creemos que el reino de Dios fue iniciado acá abajo dentro de la Iglesia de Cristo pero  no es de este mundo, que no se puede confundir con el avance de la ciencia, del hombre, es adentrarse en las profundidades insondables de Cristo.

En efecto, Jesucristo no sólo adoctrina sobre el reino de Dios, haciendo de él la verdad central de su enseñanza, sino que instaura este reino en la historia de Israel y de toda la humanidad. Y en esto se revela su poder divino, su soberanía respecto a todo lo que en el tiempo y en el espacio lleva en sí los signos de la creación antigua y de la llamada a ser criaturas nuevas, en las que ha vencido, en Cristo y por medio de Cristo, todo lo caduco y lo efímero, y ha establecido para siempre el verdadero valor del hombre y de todo lo creado.

A pesar de las oposiciones y contradicciones que habría conocer en su devenir histórico, el reino de Dios, instaurado una vez para siempre en el mundo con el poder de Dios mismo mediante el Evangelio y el misterio pascual del Hijo, traería siempre no sólo los signos de su pasión y muerte, sino también el sello de su poder divino, que deslumbró en la resurrección. Lo demostraría la historia. Pero la certeza de los Apóstoles y de todos los creyentes está fundada en la revelación del poder divino de Cristo, histórico, escatológico y eterno

Creemos que Jesucristo vendrá con poder y gloria al final de los tiempos para restaurar a los vivos que peregrinan por la tierra y a los muertos que cumplen su purificación, y de todos los que conformamos una sola Iglesia.


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