RASGOS DE LA SANTISIMA TRINIDAD
La Santísima Trinidad es
uno de los misterios más grandes de la Iglesia Católica en todos sus tiempos,
es el misterio del que todos hablan generando interrogantes y admiración de
cómo es que en un mismo ser hay tres personas distintas, Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo, las tres personas estandartes de la Iglesia, Dios como creador
del Hombre y todo cuanto lo rodea, el Hijo el unigénito de la misma naturaleza
del Padre, el verbo hecho carne, en quien Dios se quiso hace hombre para
redimir al hombre del pecado y el Espíritu Santo el paráclito enviado para ser
la constante compañía de la Iglesia, su principal fuerza sosteniéndola por
siempre a través de la historia del hombre.
Los tres existían desde antes
de la creación y cada uno se fue manifestando de acuerdo al mandato del Padre,
son las tres personas que encarnan la Fe, la Verdad y la Caridad que todo
cristiano debe profesar, siendo esta la principal luz que ilumina el camino
para llegar a la salvación.
Con la Santísima Trinidad se
manifiesta el designio amoroso de la creación, el perdón de los pecados y la santificación, aspectos en los que el
hombre es parte fundamental, es creado a imagen y semejanza, perdonado sus
pecados y llamado a la santificación por el poder maravilloso del amor de Dios.
Padre,
Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma
eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un sólo Dios. Además,
sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente
contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.
El misterio
El misterio de la
Santísima Trinidad consiste en que Dios es uno solo y en Él hay tres Personas:
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El misterio de la
Santísima Trinidad nos ha sido revelado por la Persona, palabras y acciones de
Jesucristo, después de haber hablado por los Profetas, Dios envió a su Hijo,
Jesucristo, quien nos dio la Buena Nueva de la salvación, este es el mensaje
del Nuevo Testamento.
Con sus palabras y
acciones, y especialmente en su sagrada Persona, Jesús nos dio a conocer las
más profundas verdades acerca de Dios. La Trinidad es el misterio más profundo.
Jesús nos ha
revelado los secretos del Reino de los Cielos. La suprema de sus enseñanzas es
el secreto de Dios mismo. Nos ha hablado de la vida de Dios. Nos enseñó que
Dios, siendo uno solo, hay en El tres Personas iguales. Nos dijo sus nombres:
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Jesucristo se
presentó a Sí mismo como el eterno y divino Hijo de Dios. Afirmó
que es el Hijo, el Unigénito del Padre, igual al Padre.
Jesús nos reveló
más plenamente al Padre. Siempre hablaba de su Padre llamándole por este
nombre. Nos enseñó a amar a nuestro Padre celestial porque nos ama. Él quiere
ayudarnos en todas las necesidades de alma y cuerpo. Quiere llevar a sus hijos
a su hogar del Cielo.
Jesús reveló la
tercera Persona divina, el Espíritu Santo. El Padre y el Hijo,
después de la Resurrección, lo enviaron a la Iglesia. Jesús había prometido
enviar la tercera Persona, Dios igual que El mismo y el Padre.
Jesús, el Divino
Maestro, habló a sus discípulos acerca del verdadero Dios y los llamó a ser
hijos de Dios por el don del Espíritu.
Honramos a la
Santísima Trinidad siempre que tomamos conciencia de que Dios Padre, Hijo y
Espíritu Santo están presentes en nuestra alma. Le honramos asimismo cuando
tratamos de entender con la ayuda de la fe que por el Bautismo estamos llamados
a íntima unión de amor con las tres divinas Personas.
La Santísima
Trinidad encierra el misterio de Dios, sus obras lo revelan como creador, se
deja escuchar pero no se deja ver, así lo experimentaron los escogidos par
guiar su pueblo, les manifestaba su amor, se dejo conocer por sus obras
mostrándose como un Dios atento a las necesidades del hombre.
En la Santísima
Trinidad Dios esconde su misterio dejando su huella a de través de toda la
historia de la creación, misterio que aun no ha sido develado hasta el punto de
quienes lo han intentado descubrir se van sin lograr su objetivo dada la naturaleza
divina y el poder inigualable del creador.
Dios se revela
como trinidad en su Hijo, en muchas religiones ve a Dios como el creador de
todo lo visible y lo invisible, siendo el protector buscando especialmente a
los mas débiles para brindarles su protección amorosa.
Dios es el origen
de todo como autoridad suprema, pero al mismo tiempo es bondad, nobleza y amor,
dos aspectos principales dentro de su naturaleza como creador, trascendiendo en
el hombre como ser natural en la maternidad y paternidad.
Jesús ha revelado
que Dios es Padre, quien conoce al Hijo conoce al Padre y quien conoce al Hijo
conoce al Padre como lo manifiesta el evangelista Mateo en 11,27. Es comprender
la grandeza de Dios al encarnar a su Hijo como otro de los grandes misterios,
es Jesús en su divinidad en el paso por el mundo terrenal quien da a conocer el Padre en su aspecto
físico, haciéndose semejante al hombre menos en el pecado, tal y como lo hizo
Dios cuando creo al hombre a su imagen y semejanza, en Jesús Dios se revela
como hombre mortal demostrando su gran amor para convertirse en el redentor del
mundo, haciendo grande el Reino de Dios, reinado que restituyo con su muerte,
su resurrección y su posterior ascensión a los cielos en cuerpo glorificado
dejando el camino de la salvación libre para todo hombre que la quiera tomar.
El mismo hombre se encargo de
querer hacer ver en su capricho de pecado de creer saber más que Dios poner en
duda la naturaleza divina del Hijo hasta llegar a afirmar que Jesús es Hijo de
Dios pero que no es de su misma naturaleza aspecto que tubo que ser desvirtuado
por la misma iglesia en el concilio de Nicea en el año 325 y ratificado en el
concilio de Constantinopla en el año 381 reafirmando y confesando bajo la luz
del Espíritu Santo que Jesús es de la misma naturaleza del Padre que por lo
tanto es Dios hecho hombre que bajo del cielo con la misión de dar al salvación
para luego regresar al Padre.
Para explicar este gran misterio, existen ciertos
símbolos que son entendibles a nuestra razón: La Santísima Trinidad es
simbolizada como un triángulo, cada uno de los vértices es parte del mismo
triángulo y sin embargo cada uno es distinto
También podemos simbolizar a la Santísima Trinidad como una vela encendida: La vela en sí misma simboliza al Padre, la cera que escurre es el Hijo, que procede del Padre y la llama encendida es el Espíritu Santo. Los tres son "vela", pero son distintos entre sí. Hay quienes simbolizan a la Santísima Trinidad en forma de trébol. Cada una de las hojas es "trébol" pero son distintas entre sí.
¿Que
hacemos al persignarnos? "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo" Es costumbre de los católicos repetir frecuentemente estas
palabras, principalmente al principio y al fin de nuestras acciones.
Cada vez que hacemos la Señal de la Cruz sobre nuestro cuerpo, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad.
En
el nombre del Padre: Ponemos la mano sobre la frente, señalando el cerebro que
controla todo nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la
fuente de nuestra vida.
Y
del Hijo: Colocamos la mano en el pecho, donde está el corazón, que simboliza
al amor. Recordamos con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó,
murió y resucitó para librarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
Y del Espíritu Santo: Colocamos la mano en el hombre izquierdo y luego en el derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da la gracia para vivir de acuerdo a los mandatos de Jesucristo.
Jesús desde siempre fue consiente y sabedor de su misión,
por eso constantemente les hablo a sus discípulos de que nunca iban a estar
solos , que les enviaría una compañía permanente, el paráclito, el defensor la
constante compañía.
RELACIONES EN DIOS.
Hay cuatro relaciones en Dios, que se dan mediante la oposición
relativa de las Personas, lo que no rompe su Unidad de naturaleza, por ldonde
está Una de Ellas están también las otras Dos.
La Paternidad. Del Padre con referencia al Hijo. Es la primera relación.
La Filialidad. Del Hijo con referencia al Padre, de Quien procede desde toda la eternidad por vía de conocimiento intelectual.
La Filialidad. Del Hijo con referencia al Padre, de Quien procede desde toda la eternidad por vía de conocimiento intelectual.
La Espiración Activa. El Padre y el Hijo se aman de tal manera que generan una Nueva Persona, el Espíritu Santo, por vía volitiva, “espiran activamente” el Amor.
La Espiración Pasiva. Es el Amor espirado por el Padre y el Hijo contemplado desde el Espíritu Santo. Desde Él, que recibe y es generado, la espiración del Padre y del Hijo es recibida, por lo tanto es una “espiración pasiva”.
EL CAMINO DE LA ORACIÓN
La oración es el medio de
comunicación de nosotros los humanos con la Divinidad, con la Santísima
trinidad.
Es pues una misión de la iglesia según su tradición histórica, cultural y social la oración con sus determinadas características de la época, siendo responsabilidad de los guía espirituales como los pastores y catequistas explicar el sentido, con relación a Jesucristo.
Por
ello según la formación recibida a nivel espiritual aprendemos a realizar las
oraciones y alabanzas al Padre, Jesús (hijo) y al Espíritu Santo; así mismo
tenemos en cuenta en comunión con la Santa Madre de Dios.
La oración al Padre
La
oración puede ser individual o comunitaria, en palabra o en silencio, la
oración tiene acceso al Padre si oramos en el “nombre de Jesús”. Por ello Jesús
dice: “Yo Soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre, sino por mí.”
Siendo el Espíritu Santo quien nos enseña a orar a Dios nuestro Padre.
La oración a Jesús
La
iglesia alimenta la oración por la Palabra de Dios y por la celebración de la
liturgia, nos enseña constantemente a orar al Señor Jesús. Para la oración a Cristo nos referimos
al Nuevo testamento donde la palabra se
pone en nuestros labios y se graba en el corazón, según la iluminación del Espíritu
Santo: “ Hijo de Dios, Cordero de Dios, Señor, Salvador..
El
nombre de Jesús contiene todo: Dios y el hombre y toda la economía de la
creación; decir su nombre “Jesús es invocarlo desde nuestro propio corazón,
siendo el Hijo de Dios, resucitado quien nos amó y entregó la vida por
nosotros.
La
invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo de la oración
continua. Es ese diálogo interno con las
palabras que nacen del corazón, no son impuestas desde lo externo, es el
vínculo en relación con Jesús.
Invocación al Espíritu Santo
2670:
“Nadie puede decir: ¡Jesús es señor!, sino por influjo del Espíritu Santo” (1
Co 12,3).
El
Espíritu Santo es quien nos da la gracia para entrar en oración a Jesús, nos
atrae el camino de la oración, nos enseña a orar, por ello es importante
implorar diariamente, y poner en manos del Espíritu toda acción a realizar, al
inicio y al final.
La
forma para pedir el Espíritu es invocar al Padre por medio de Cristo nuestro
Señor, para que nos dé el Espíritu consolador.
En comunión con la Santa Madre de Dios
Al
hacer oración a María como la madre de Jesús, la reconocemos también como
nuestra madre, quien nos ha mostrado el camino a seguir desde el mismo
consentimiento dado por la fe en la Anunciación y la lealtad del amor a Jesús
su único Hijo al pie de la Cruz, la maternidad de María se extiende a nosotros
como hijos suyos en continuo peligro y miseria, rogamos a nuestra Madre María
para que interceda ante Dios Padre por nosotros reconociéndonos pecadores.
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