CARACTERISTICAS TEOLOGICAS DEL NUEVO TESTAMENTO
Al adentrarnos en
el Nuevo Testamento desde el análisis meramente teológico, el punto de partida
es la encarnación de la Palabra, Palabra que existía desde siempre para
convertirse en la luz que ilumina al mundo.
Dios se
manifestó ante el mundo mediante su único Hijo, demostrado con esto que a pesar
de ser Dios se hizo igual a los hombres menos en el pecado para que la
humanidad comprendiera y entendiera que con esta acto de abajamiento se
integraba de una manera mas profunda en el corazón del hombre, corazón que
estaba corrompido por el pecado que llevo al mismo hombre a no permitir la
presencia del Hijo de Dios en su medio, causándole la muerte, pensando o
imaginando que con este acto quitarían del medio a un hombre que demostraba con
su sencillez y carisma que el poder no se conseguía ni estaba en las cosas
materiales, porque creían que Jesucristo había venido a implantar su reino acá
en la tierra, poniendo en peligro su estructura política, económica, militar y
en gran parte la religiosa.
Pero no
imaginaban que el Hijo de Dios estaba por encima de todo esto, que Dios tenía
esto en sus planes para salvar al mundo, un duro golpe para sus intereses de la
época, intereses que han venido trascendiendo a través de la historia con los
que la Iglesia ha tenido que luchar en más de veinte siglos de existencia.
Las
características del Nuevo Testamento son la huella imborrable en el corazón y
en la mente del hombre para alcanzar el camino de Salvación, el cual Jesucristo
labro con su vida, pasión y muerte quedándose para siempre en la Eucaristía
junto con el Espíritu Santo, la fuerza que mantiene viva al cristianismo.
Monoteismo
Dios desde que
se le manifestó al hombre, siempre dejo un mensaje claro y conciso, no hay otro
Dios, Él y nadie mas, es quien lo da y lo brinda todo, es la luz en el camino,
la verdad y la vida, a quien se debe seguir teniendo la conciencia plena que es
el dueño de todo lo creado, nuestro creador y Padre, en quien debemos confiar
siempre cumpliendo su santa voluntad.
Con el
monoteismo se manifiesta la creencia que Dios es el Ser Supremo, el Creador del
mundo, el Todopoderoso, siendo nuestra fuente de perfección, llevando al hombre
a no creer en otros dioses o a tener varios dioses según las necesidades de la
vida como suele suceder en nuestro tiempo.
Jesucristo con
su venida al mundo, enseño que Dios es nuestro Padre, un Padre amoroso y
compasivo que siempre esta dispuesto a brindar lo mejor, cobijando con esta
actitud a toda la humanidad.
Es compromiso de
cada Cristiano responder a ese llamado, teniéndolo únicamente como su Dios,
quien nos lleva de la mano en este mundo terrenal tan vació y lleno de
vicisitudes que ponen en peligro nuestra integridad espiritual.
Con esta
doctrina Jesucristo dejo impresa la imagen de ser el Hijo de Dios, el enviado
para salvar al mundo, demostrando su grandeza, una grandeza de docilidad de
palabra, de Espíritu, una fuente de luz única al manifestar “Yo soy el camino,
la verdad y la vida” (Jn 14, 6), una enseñanza a la que todos debemos estar
unidos para siempre, sin la necesidad de buscar a otros dioses.
Santísima trinidad
Es uno de los
grandes misterios de la Iglesia, una fuente de fe, el estandarte principal para
la unidad de la Iglesia fundada por Jesucristo, para convertirse en la verdad
revelada del Padre, estando desde siempre manteniendo viva la Fe como un acto de
obediencia y creencia plena en Dios.
En la Santísima
Trinidad se concentra un Solo Dios en tres personas, El Padre, El Hijo y El
Espíritu Santo, es el misterio central de la fe y de la vida Cristiana, a la cual pertenecemos y estamos llamados a
comprender que Jesús era el enviado del Padre, tal y como lo hicieron los
apóstoles después de su Resurrección, cuando experimentaron la presencia del
Espíritu Santo dentro de sus corazones el día de Pentecostes, experiencia a la
cual debemos abrirnos con la creencia que la Trinidad es una y no tres dioses
diferentes, sino un solo Dios en tres Personas distintas;
no es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres Personas es
enteramente Dios.
Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma
divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección, son un sólo
Dios; además, sabemos que cada una de las Personas de la Santísima Trinidad
está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta
entre ellas.
Las Personas de la Santísima Trinidad son distintas entre sí, dada la
diversidad de su misión, Dios Hijo, por quien son todas las cosas es enviado
por Dios Padre, es nuestro Salvador; Dios Espíritu Santo, en quien son todas
las cosas, es el enviado por el Padre y por el Hijo, es nuestro Santificador.
Con la Santísima Trinidad se manifiesta la eternidad de los tiempos,
que Dios es único, el eje central de la vida de todo Cristiano creyente y
comprometido con el mandato de Dios, cumpliendo a cabalidad los mandamientos.
Encarnación pascual de Jesús.
Dios ante el despliegue tan grande del pecado en el mundo por culpa del
maligno, comenzó a profetizar la venida del Salvador, por intermedio de hombre
escogidos por Él, quienes comenzaron a manifestar la grandeza del Hijo de Dios.
Para esto fue necesaria la escogencia de una mujer noble, sencilla, de
humildad transparente, quien mediante un anuncio profético recibió la bendición
de ser la madre de nuestro Salvador, del que tanto habían hablando los
profetas, demostrando un inmenso acto de Fe, de ser la responsable de la
encarnación del Hijo de Dios.
En la entrañas de esta mujer, la Virgen María por obra y gracia del
Espíritu Santo se hizo la encarnación del Verbo, la Palabra se hizo hombre, un
hombre con la capacidad dada por su Padre de destruir el pecado, demostrándole
una vez mas al maligno que Dios es el dueño del hombre, de su corazón.
Con la encarnación de su Hijo, Dios se hace igual a los hombres, les
brinda la oportunidad esperada para salvarse, alejarse del pecado, de las cosas
mundanas que alejan al hombre de Dios, con este acto de nobleza, de bajeza, se
experimenta la escencia divina del Padre, quien coloca a su Hijo amado para que
lo escuchen, lo sigan, lo imiten en todo, dejando de lado el pecado, la peor
ofensa contra Dios que pueda existir, la cual esta presente en el hombre por
culpa de su desobediencia.
La Encarnación del Verbo no afecta a la libertad divina, en escencia
Dios podía haber decidido que el Verbo no se encarnara, o que se encarnara otra
Persona divina, sin embargo, manifestar que Dios es infinitamente libre no
significa que sus decisiones sean arbitrarias ni negar que el amor sea la razón
de su actuar.
Por eso el hombre en su afán de investigación, de saberlo todo, suele buscar las razones de conveniencia que
se pueden vislumbrar en las diversas decisiones divinas, tal como se
manifiestan en la actual economía de la salvación, buscando tan sólo poner de
relieve la maravillosa sabiduría y coherencia que existe en toda obra divina,
no una eventual necesidad en Dios.
Conciencia clara del
cumplimiento profético
Con la encarnación del Verbo se pone de manifiesto el cumplimiento
profético, del que tanto habían
profetizado, la hora había llegado en la cual el Hijo de Dios se hace hombre,
viene al mundo por intermedio de una mujer, tal y como estaba en las
escrituras, siendo este hombre el causante de partir en dos la historia de la
humanidad.
Se hace realidad la presencia de Jesucristo, quien comienza a ser visto
como el salvador por quienes conocían y entendían que la profecía estaba presente, en cambio
los que se creían dueños de la verdad, lo veían como un peligro latente para
sus intereses a tal punto de ser objeto de persecución siendo aun un indefenso
niño, persecución que no seso hasta causarle su muerte, una muerte de cruz que
se convirtió en el camino de la Salvación.
Jesucristo es la real
manifestación del cumplimiento profético en la historia de la humanidad,
en su bautismo, primero con agua y luego con el Espíritu Santo en el que Dios
manifiesta que es su Hijo amado a quien ha elegido, (Mc 1, 11), el mismo
bautismo con el cual el hombre entra a formar parte de la Iglesia como su hijo.
Dios le manifestó a su pueblo elegido que le enviaría un salvador, la
ratifico con el Rey David, que de su
descendencia nacería el hombre que salvaría al mundo, el redentor de los
pecados.
En nuestro tiempo aun existen dudas de la verdadera realidad de este
cumplimiento profético, por la perdida de la conciencia del pecado en donde la
nueva era quiere reinar y que no se necesita de Dios para vivir, una realidad
bastante lejana para quienes la profesan
la cual jamás lograran destruir, al estar protegida por El Espíritu
Santo, mientras tanto la realidad profética continuará su curso de generación
en generación y no se detendrá jamás, al ser Dios su autor principal.
Presencia de Jesús como Mesías,
Pastor y Rey.
Jesucristo se hace presente en la humanidad como el Mesías esperando,
al que habían anunciado tantas veces, el prometido a Israel, nacido en el seno
virginal de Maria, la escogida por Dios para la encarnación de su Hijo, junto
con José el hombre que en sus hombros estubo la magnífica tarea de guiar al
Mesías en sus primeros años de vida, formando el hogar santo de Nazareth.
Jesús es el buen Pastor que cuida de sus ovejas y sus ovejas conocen su
voz y lo siguen porque saben que es el Salvador del mundo, el enviado por Dios para
liberar al hombre del pecado, con la actitud de Pastor, Jesús continúa con las
características del Pueblo de Israel, un Pueblo nacido de Pastores, con sus
grandes rebaños; esa es la mision de Jesús, ser el buen Pastor que dirige todo
el rebaño de su Padre, haciéndolo cada mas grande, es el encargado de anunciar
el Reino de Dios asi mismo como los pastores anunciaron su nacimiento.
Jesucristo como Rey llego al mundo envuelto en pañales naciendo en un
humilde pesebre, sin lujos y nada de ostentación de poder, rodeado de pobreza,
tan sólo parecía un indefenso niño pasando desapercibido saliendo de la
sencillez de un pueblo pequeño en una de las montañas de la región, Belen de
Judea.
Se convirtió en un rey amado por unos y odiado por otros, hasta
llevarle a la muerte, un Rey que guardó la espada de su justicia, para
desplegar sólo la capa de su misericordia, que tendía a todos los que a Él se
acercaba, un Rey que salió a la
conquista del mundo, no con un ejército de fieros guerreros, adiestrados en
artes marciales o bélicas; sino con un minúsculo equipo de humildes pescadores,
que sólo sabían el arte de pescar y remendar las redes. Un Rey que anunció su
Reino maravilloso de paz, de humildad, de pobreza, de pureza, de verdad.
Un Rey que prefirió morir por sus súbditos, y así salvarnos, pero un Rey que resucitó, se fue al Cielo, nos dejó su presencia viva en la Eucaristía y en los sacramentos, un Rey que vendrá Glorioso, al final de los tiempos para desplegar su Justicia y dar su premio a quienes lucharon con Él.
Un Rey que prefirió morir por sus súbditos, y así salvarnos, pero un Rey que resucitó, se fue al Cielo, nos dejó su presencia viva en la Eucaristía y en los sacramentos, un Rey que vendrá Glorioso, al final de los tiempos para desplegar su Justicia y dar su premio a quienes lucharon con Él.
Cristo como epifanía del
Padre.
Jesucristo por obra y gracia del Espíritu Santo se presenta como el
Hijo de Dios, el enviado por su Padre para trabajar en la construcción de su
reino, al que todos estamos llamados a pertenecer.
En este sentido Dios se manifiesta una vez mas al hombre, pero esta vez
en un sentido mas directo porque vive entre los hombres, naciendo de la
descendencia de su Pueblo, a quien le prometió el Mesías, el que vendría con su
Gloria no a abolir la ley sino a darle pleno cumplimiento.
Jesús se le presenta al hombre como una prueba del amor de Dios, un
amor brindado sin condiciones, con un corazón puro y limpio, amor que al hombre le cuesta aceptar, cambiándolo por las
obras de la carne que lo mantienen alejado de ese amor, tal cual y como pasa en
nuestro tiempo.
Plenitud escatológica manifestada
en Cristo
Jesucristo con su muerte pone
fin a su paso por la tierra como hombre, mas no como el Hijo de Dios, manifestando
que asi como vino del Padre, después de cumplir su misión vuelve a Él, dejando
en el corazón y en la mente del hombre la grandeza de su amor.
Antes de su muerte sus discípulos eras sus seguidores, sin comprender
claramente cada una de sus enseñanzas, tenían toda la confianza puesta en Él,
pero con el temor en el interior de salir a predicar, temor que un existe en
nuestras comunidades la de ir por el mundo a predicar el evangelio.
Tan sólo después de su muerte, los discípulos llenos del Espíritu Santo
dejaron el temor para llenarse de valor y salir a predicar todas las enseñanzas
que su maestro les había impartido, fue allí donde comprendieron el porque habían sido escogidos por Jesús
para ser los encargados de comenzar con la difícil misión de evangelizar el
mundo, tarea a la cual debemos sumarnos como apóstoles comprometidos para
mantener viva y activa la Iglesia que Jesucristo fundo, dejando en clara
evidencia que su muerte es la puerta que
abrió la Salvación y la liberación de nuestros pecados.
Justificación por la fe en el
Crucificado – Resucitado.
Para el hombre cuesta creer que la crucifixión y la posterior resurrección
de Jesucristo no es algo creíble en cuestión de fe, no era posible que alguien
que murió crucificado a los tres días resucitara de entre los muertos, era algo
impredecible y poco confiable, hasta para sus mismos seguidores quienes fueron
los primeros en extrañarse por la noticia. Un ejemplo claro lo dio uno de sus
apóstoles, Tomas quien no creyó tal afirmación que le contaron sus compañeros
de viaje, se hizo necesario la presencia de Jesucristo para que viera con sus
propios ojos esa realidad, realidad que por su falta de fe lo hizo dudar y que
lo llevo a manifestar que tenia que ver para creer, tocar y sentir; realidad que
aún continúa reinando en nuestro ambiente materialista, cuesta creer que
Jesucristo vino al mundo, se hizo hombre, sufrió por nuestros pecados, padeció
la muerte de cruz, resucito, nos dejo el Espíritu Santo, dejando el camino libre
de la Salvación, y a pesar de todo esto el hombre se hace el ciego y no quiere
aceptar semejante acto de nobleza, sólo le importa vivir para si, lejos de la
voluntad de Dios.
Estamos llamados a que por la fe seamos salvos a comprender este acto
que tubo el Señor para con nosotros de darnos a su propio Hijo, que se
convierte en una justificación para acrecentar nuestra fe.
Gracia como concesión libre
de Dios
La gracia es el don sobrenatural que Dios da para alcanzar la vida
eterna, para la cual todos estamos llamados a formar parte como la meta final
de nuestra existencia, es un regalo hecho por Dios que nadia ha podido obtener
por merito propio, es el auxilio gratuito que Dios no da para responder a su
llamada, la de llegara se hijo de Dios, hijos adoptivos, participando de la de
la naturaleza divina, como su pueblo elegido.
Por medio de la gracia somos introducidos a la vida Trinitaria: se
participa por el Bautismo de la gracia de Cristo, como sus hijo, por lo que se
puede llamar “Padre” a Dios, y se recibe la vida del Espíritu que infunde la
caridad y que forma la Iglesia.
La vocación a la vida eterna proviene de la iniciativa gratuita de Dios, sólo Él es capaz de revelarse y de darse, por lo tanto es sobrenatural porque sobrepasa las capacidades de la inteligencia y la voluntad humana. El cristiano no puede actuar rectamente si no cuenta con la ayuda de Dios.
La vocación a la vida eterna proviene de la iniciativa gratuita de Dios, sólo Él es capaz de revelarse y de darse, por lo tanto es sobrenatural porque sobrepasa las capacidades de la inteligencia y la voluntad humana. El cristiano no puede actuar rectamente si no cuenta con la ayuda de Dios.
La gracia es absolutamente necesaria, sin ella es imposible alcanzar la
salvación, la vida eterna; la justificación implica el perdón de los pecados,
la santificación y la renovación; es la que arranca al hombre del pecado
contrario al amor de Dios y purifica su corazón, es una acogida de la justicia
de Dios por la fe en Cristo, merecida por la Pasión, Muerte y Resurrección de
Cristo.
Experiencia intima del amor
del Abba (Padre)
Es una de las experiencias más maravillosas que puede experimentar el
hombre la sentir la presencia del amor del Padre en su corazón, en donde Dios
manifiesta que nos ama personalmente, como un Padre que amoroso y compasivo, un
Padre que deja actuar libremente.
Dios ama por lo que somos, mas no por lo que tenemos o por lo que sabe
hacer, o por la posición social en la que se vive, para Dios no importa quien
eres o lo que hayas hecho, simplemente Dios nos ama y nos acepta, somos sus hijos
hechos a imagen y semejanza suya, dignidad de la cual debemos ser consientes.
Experimentar el amor del Padre de manera intima es un encuentro directo
con el Señor aceptándolo como el centro y Señor de tu vida por encima de todas
las cosas buscando un constante cambio y dejándose transformar por la luz de su
Espíritu.
Filiación dada por la
realidad bautismal
Con el bautismo
se hace hijo de Dios, somos liberados del pecado, se comienza a formar parte de
su Iglesia como miembro activo, quedando grabado en nuestro corazón el sello de
Dios, es la Alianza que Dios hace con sus hijos adoptivos, Alianza que con el
paso de la vida se debe reafirmar con nuestros actos de fe, en la Eucaristía
teniendo un encuentro directo con Jesús al participar de su cuerpo y su sangre
como el alimento perenne para nuestro espíritu y nuestra alma.
El bautismo es
la puerta que abre el acceso a los demás sacramentos, convirtiéndose en el
fundamento de toda la vida, es uno de los más grandes dones dados por Dios, con
el cual entramos a formar parte de su rebaño, siendo el signo de la soberanía
de Dios en nuestro corazón.
Recepción de dones y carismas del Espíritu Santo
Jesucristo al
momento de su partida al Padre dejo la promesa que nunca nos dejaría solos, que
enviaría una compañía, la que estaría para siempre, promesa que fue cumplida el
día de pentecostés, regalando el maravilloso don del Espíritu Santo la
fortaleza y vitalidad necesitaban los apóstoles y la Iglesia para la misión que
Jesucristo había iniciado en su paso por el mundo.
El Espíritu
Santo trae consigo dones y carismas los cuales son otorgados al hombre, reparte
dones por iniciativa propia con el propósito de hacer provecho a todos y son
siete, Sabiduría, Fortaleza, Consejo, Piedad, Entendimiento, Ciencia y Temor de
Dios, a quien sean otorgado tiene la responsabilidad de usarlos bien, olvidándose
de si mismo poniéndolos al servicio de los demás, y para ello se necesita vivir
en oración.
Los carismas son
dones extraordinarios que concede el Espíritu Santo a algunas personas en
beneficio de la comunidad, es una gracia que ayuda al crecimiento de la
Iglesia, se pueden usar de para bien o para mal y tampoco son garantía de
santidad ya que Dios nos creo libre, son por lo tanto una fuente de
inspiración para adentrarnos en la misión de engrandecer el Reino de Dios.
Búsqueda de la imitación de Cristo
Nuestra vida
debe ser una constante imitación de Cristo, seguir su ejemplo de vida, tomando
conciencia de nuestra debilidad de pecado, debilidad que no nos hace ajenos a seguir sus pasos,
cumpliendo los mandamientos, especialmente el del amor, pero no un amor
aparente, ni costumbrista, un amor real que este por encima de todo lo
material, del odio y del rencor que son los males que se anidad en nuestro
corazón colocando paredes infranqueables que no nos dejan ver del otro lado, que
se van convirtiendo en grandes barreras imaginarias que acaban con nuestro
bienestar y de quienes nos rodean, es por eso que debemos derribar estas
barreras con nuestra humildad y sencillez, tal y como lo profeso nuestro Señor,
perdonando de corazón, liberándonos de todas nuestras culpas, dejándonos
moldear por Jesucristo para ser sus mas fieles discípulos.
Imitar a Cristo
mas que un llamado, es una labor de todo ser humano, que mejor ejemplo que
seguir la vida de Santidad de nuestro Salvador, parece un utopía difícil de cumplir porque nos aterra el compromiso,
nos angustia tener una vida de santidad la que no permite vivir los excesos de
la carne, las delicias del mundo material, un mundo vacio lleno comodidades
facilistas, en donde se cree que la felicidad se compran por paquetes, un mundo
de farándula que nos invita a imitar cuando personaje importante para la
sociedad de consumo aparece, que esos son los dignos de imitar y se gastan
cantidades de dinero y tiempo para lograrlo.
Es una realidad
que nos acompaña en nuestra época, dejando de lado el verdadero sentido de
quién se debe imitar, al Hijo de Dios que se entrego por nosotros, tomando la
decisión de imitarnos como hombres, dando el primer paso, una clara invitación
a que como hombre lo imitemos dejándonos tocar por su gran amor.
Vivencia comunitaria de la fe
La fe es un acto
de acercamiento a Dios que se debe vivir en comunidad, tal y como lo hizo Jesús
al conformar su grupo apostólico quienes fueron llamados de la esencia de la
humanidad, hombres comunes y corrientes sin ningún tipo de ostentaciones
económicas, sólo su voluntad y la aceptación de ese llamado para dejarse moldear
por Jesucristo.
En la comunidad
se experimenta la presencia cercana de Jesús, tal y como lo hacían las primeras
comunidades en donde compartían todo, trabajando juntos tras un beneficio común
obedeciendo a Jesús profesando su fe, mas que un ejemplo es un llamado a
integrarnos como seres humanos formando comunidades en la fe como un
ingrediente para una vida verdaderamente cristiana.
La vida en
comunidad es un compromiso del hombre ante Dios, teniendo en cuenta la
enseñanza de Jesús, que cuando están dos o tres reunidos en su nombre alli
estaré acompañándolos, (Mt 18, 20), una muestra maravillosa de su compromiso de
compartir haciendo la invitación a amarnos como hermanos.
A menudo la
gente pregunta si vivir en comunidad cristiana es un requisito para su
salvación, quienes lo hacen son personas que
están interesadas en saber cuál es lo mínimo que necesitan hacer para
obedecer a Dios. La pregunta no debería ser si vivir en comunidad es tu
boleto al cielo, sino preguntarte si vivir en comunidad te va a ayudar a ser un
mejor cristiano, desarrollarte más espiritualmente, y dar un mejor testimonio
al mundo de Jesús.
Extremo kenotico del cristiano. El perdón al enemigo.
Así como
Jesucristo siendo Hijo de Dios se abajo de todos sus poderes haciéndose igual
al hombre menos en el pecado, sin dejar de ser Dios en su paso terrenal,
dejando de lado su gloria celestial, su autoridad independiente, aceptando la
voluntad del Padre, en este sentido el hombre también esta llamado a despojarse
de toda armadura terrenal para estar en fraternidad con el Creador, el Padre de
nuestra vida.
Es aceptar a
nuestro hermano con sus debilidades y cualidades tal y como es, perdonando cada
una de las acciones de corazón, sin guardar rencores que son los encargados del
distanciamiento con el hermano y la vez con Dios, es dejarse llevar por la
voluntad del Padre así como lo hizo Jesús, que no es nada comparado lo que el vivió
con nuestra vida, si miramos detenidamente la vida de Jesús y su posterior
descelance, vivió con sentido de humildad, sin lujos, creciendo en obediencia y
total desapego por las cosas del mundo, muy contrario a como lo hacemos y ni
que decir la de aceptar su muerte de cruz, que con el sólo hecho de saber que
esto paso nos cuesta creer este acto tan grande de humildad por nuestra
salvación y el perdón de nuestros pecados, perdón que nos cuesta poner en práctica
con nuestro hermano y mas con quienes creemos que son nuestros enemigos.
El perdón debe
ser la experiencia más rotunda como un acto de fe en nuestro corazón, logrando
con esto la plenitud de la salvación y experimentar la grandeza del amor de
Dios.
Vencimiento de la ley del talión.
Esta ley ha
imperado a través de la historia de la humanidad, porque para el hombre le
parece más fácil cobrar venganza por los actos recibidos, pagando con la misma
moneda que adentrarse a meditar profundamente en las causas que por culpa de
estas acciones llevan a la humanidad a enfrentamientos sin cuartel.
Ante esta
situación Jesucristo quiso desvirtuar esta ley, la cual esta muy marcada dentro
del contexto del Antiguo Testamento, por tal motivo predico al respecto “Ojo
por ojo y diente por diente” Pero yo les digo: “No resistas al que te haga
algún mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrecerle
también la otra” (Mt. 5, 38 – 39); colocándole con esto punto final a esta
famosa ley, colocándole fecha de vencimiento, que en vez de responder con la
misma ofensa o con el mismo daño, es no responder y ni tomar represalias, por
el contrario perdonar de corazón siendo dóciles, humildes y comprensivos.
Dejando un mensaje lleno de amor que al responder con las mismas acciones no se
soluciona el problema por el contrario lo agrava llenando de odio los corazones
despertando sed de venganza.
El perdón permite comenzar de nuevo. Pero con un perdón que salga de
dentro, que sea real. Jesús utiliza imágenes de la vida cotidiana con abusos de
menos categoría, para que si en estas cuestiones se cede, conscientes de la
nueva justicia que se está viviendo, cuando lleguen los problemas graves se
pueda acceder a un orden superior. La ley del amor va más lejos que la ley del
talión.
Revelación de Cristo como pan de vida (Asamblea Eucarística)
Jesucristo no se
quiso ir de este mundo terrenal sin antes dejarnos el alimento que fortalece
que ayuda para lograr la vida eterna, fue tanto su amor que quiso quedarse con
nosotros para siempre regalándose en un pedazo de pan, porque Jesús nos vio,
nos ve y nos seguir viendo con hambre, mucha hambre, hambre y sed de felicidad,
de vida, de paz y de amor, hambre de querer cambiar por un destino mejor, de
ser files y mas comprometidos con Él, ante esta situación pensó que la humanidad
necesitaba de un pan especial y tomo la decisión de quedarse con su cuerpo y su
sangre en la Eucaristía.
En la Eucaristía
quedo plasmada la majestuosidad del Señor al quedarse con su cuerpo y con su
sangre como alimento perenne para el hombre, un alimento que no se agota jamás,
un banquete al que todos como hijos de Dios estamos invitados a participar de
manera directa, para lograr este beneficio debemos cumplir los mandamientos
logrando un paso importante para la santidad.
La Eucaristía es
el culmen al que todo cristiano bautizado en el Señor debe implantar como un
estilo propio de vida profesando su fe.
El ágape como condición existencial, (Donación).
En el momento
que Dios creo al hombre a si imagen y semejanza, lo creo con un inmenso amor,
sin esperar nada a cambio, sin condición alguna, utilizando su propia voluntad
al servicio del hombre, amor que ha venido demostrando a todo lo largo de la
historia cristiana, que ratifico con la venida de su Hijo amado con quien sello
la alianza del amor con el hombre.
En nuestra vida
cristiana el ágape debe ser más que una norma de vida, es un requisito de
servicio y entrega al prójimo, con amor puro, noble y verdadero, una condición
existencial que debe estar por encima de toda obra terrenal, de toda clase de
ambición material, es una invitación hecha por Dios a compartirlo todo a
soportarlo a todo.
Se puede saber
todas las cosas y tener la fe necesaria
para mover montañas, pero si no tengo ágape, amor, no soy nada; tener amor es
saber soportar, es ser bondadoso, es no tener envidia, no ser presumido, ni
orgulloso, ni egoísta, ni grosero, (1 Cor. 13, 3 – 7).
Dios con su amor
constantemente esta invitando a compartir ese amor tan grande y maravilloso, un
agape que no se acabe jamás, que perdure para siempre como prueba de
agradecimiento a Dios de su donación y entrega.
Presencia de Cristo en el hermano
Cristo se quedo
a vivir no solamente en la Eucaristía, también se quedo en el corazón del hombre
como el complemento del Bautismo que nos hizo hijos de Dios para convertirnos
en hermanos, lo que nos lleva a sentir la presencia de Cristo viva y real en
cada uno de nuestros semejantes.
Por la
desobediencia y la rebeldía del hombre
lo ha llevado a separse de Dios, creerse autosuficiente que todo lo puede lograr
sin ayuda alguna, por consiguiente odiamos al hermano, le hacemos daño sin
percatarnos en lo mas mínimo que con esto estamos ofendiendo a Dios,
alejándonos de su amor ignorando en gran parte la presencia de Cristo en
nuestra vida.
Desde que Dios quiso entrar en el tiempo no sólo la historia de un
Pueblo está acompañada por la presencia de Dios, sino toda la humanidad, así
como cada persona. Al volver la vista atrás en la propia vida y en la propia
historia personal, muchos pueden descubrir también esta presencia divina que
les acompaña y les cuida con mano de Padre.
A pesar de muchos creán que hay mas pecado que santidad y que la
Iglesia Cristiana ha fracasado o esta a punto de fracasar en mas de veinte
siglos de historia, la única verdad es
que Dios continua presente en con el perdón, disponible para que todos
lo acojamos, un claro ejemplo esta en Pablo de Tarso que se convirtió
sintiendo su vocación de servicio cunado mas persiguia a los cristianos y
porque vio la presencia de Cristo en cada uno de ellos.
Lucha entre las obras de la
carne y del espíritu.
En este sentido entre la carne y el espíritu siempre ha habido un
distanciamiento marcado tal y como hace referencia San Pablo en la carta a los Galatas, “La carne tiene
tendencias contrarias a las del Espíritu, y el Espíritu tendencias contrarias a
las de la carne” (Galatas 5, 17), es una lucha contraria entre dos fuerzas, una
material, el cuerpo y la otra espiritual, el espíritu, en donde el mas fuerte
termina por dominar al débil, llevando al hombre a comportarse de acuerdo a
quien prevalezca mas en su cuerpo, si la dominante es la carne se inclina mas
por las cosas materiales, los placeres del mundo con poco espacio para Dios, es
conciente de la presencia de Dios pero la fuerza de la carne lo domina y no lo
deja actuar; cuando quien prevalece es el espíritu se convierte en un hombre
espiritual al servicio de Dios, colocándolo como el centro de su vida, tiene la
tentación de la carne la cual es dominada por la fuerza espiritual que no lo
deja caer, teniendo duras batallas en su interior.
Cristo dio libertad de actuar con la condición de no abusar de esa
libertad, cosa muy contraria a lo que se ve en nuestra época, abusamos de los
excesos de la libertad que se termina siendo esclavo de los propios vicios, de
nada sirve vivir asistiendo a los ritos de la Iglesia, creerse que con asistir
a la Eucaristia los domingos, hacer una obra de caridad, pero si no se tiene fe
y sin cumplir los mandamientos, de nada
sirve y menos sino se tiene el amor, lo que de verdad cuenta como lo manifiesta
San Pablo “es la fe, una fe activa por medio del amor” (Galatas 5, 6).
La lucha continuara entre la carne y el espíritu, pero también es deber
del hombre mediante la oración aceptar la presencia de Dios para alejarse de los
pecados de la carne, aprendiendo a distinguir muy bien teniendo el completo
discernimiento para saber escoger entre las obras que agradan a Dios y las que
no para tener una completa comunión con
nuestro creador, quien todos los días por intermedio de su Hijo esta tocando la
puerta de nuestro corazón.
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