REALIDADES DE LA MUERTE, EL JUICIO, INFIERNO, PURGATORIO Y CIELO
Estas son las realidades con la que el hombre
ha tenido que vivir a lo largo de la historia, son los pasos por los cuales hay
que transitar que se convierten en estaciones en las cuales se tiene que rendir
cuentas por todos los actos cometidos durante la vida terrena, acá esta el
proceso de purificación del alma y del espíritu, estos son los estados con que
Dios hace la justicia divina,
La Escatología es el tratado de lo último de
la vida espiritual, lo último que se vive en la tierra para dar el paso
definitivo hacia el Padre, por tradición se tiene temor al momento de hablar o
enfrentar estas realidades humanas, aun no se tiene la aceptación para afrontar
estos momentos.
Se siente gran dolor por la ausencia de quien
ha partido de este mundo, al tomar conciencia que no se vuelve a ver sufriendo
con dolor, dolor que van carcomiendo el alma hasta el punto de llegar a la
desesperación, es una realidad que el ser humano aun la tiene llena de interrogantes
hasta el punto de llegar a cuestionar a Dios cuanto llegan estos duros
momentos.
La realidad de la muerte es el camino para el
que todos debemos estar preparados, es el paso del mundo material al mundo
espiritual, es el destino inevitable de todo ser
humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que quiérase o no, guste o no, constituye el
horizonte natural del proceso vital.
La muerte es la culminación
prevista de la vida, aunque incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse;
y, por lo tanto, forma parte de nosotros porque nos afecta la de quienes nos
rodean y porque la actitud que adoptamos ante el hecho de que hemos de morir
determina en parte cómo vivimos.
El dolor y la muerte no son
obstáculos para la vida, sino dimensiones o fases de ella, el verdadero
obstáculo para la vida es la actitud de quien se niega a admitir la naturalidad
de estos hechos constitutivos de toda vida sobre la tierra, intentando huir de
ellos como si fuesen totalmente evitables, hasta el punto de convertir tal
huida en valor supremo: esta negación de la propia realidad sí que puede llegar
a ser causa de deshumanización y de frustración vital.
Todo ser humano por naturaleza huye del dolor
y del sufrimiento porque esta creado
como un ser para ser feliz, y ante cualquier circunstancia de duelo reacciona
con aversión a todo aquello que atente contra su felicidad.
Es por eso que la muerte es vista como lo
peor, el fin de toda la existencia humana dejando de lado todas las promesas
hechas por Dios y luego confirmadas por Jesucristo que la vida es el camino
como un desierto continuo que al final tiene tierra prometida llena de gloria y
felicidad.
La muerte no es para tenerle miedo es
aprender a aceptarla como realidad extrema de la vida teniendo la fe firme que
Dios da la fortaleza para afrontar tan duros aparentes momentos, es tener la
concepción plena que es el paso para el encuentro definitivo con el Padre
celestial que espera con los brazos abiertos, es el comienzo de una nueva vida
dejando el mundo terreno que ha sido el escenario de despliegue maravilloso de
Dios creador y reparador del hombre, habrá de ser transformado, para
convertirse en escenario del Dios que consuma su obra de amor.
Después del paso de la muerte se acerca al
juicio directo con Dios, es responder por todos y cada uno de los actos
realizados en la tierra los que tienen su premio o su castigo directo,
Con el juicio Dios muestra su escatología de
la vida con cada uno de sus hijos, no es que sea un Dios castigador es la forma
que por culpa del pecado entro al mundo por el hombre, es el castigo a la
desobediencia, es el precio que se tiene que pagar por todos los actos
cometidos en la tierra.
Jesucristo hablo muchas veces acerca del
juicio y en los evangelios se narra la forma de cómo hace mención, uno de los
evangelios de los que hace referencia en
este aspecto es Mateo 25, 31 – 46, allí se narra como Dios después de la venida
de su Hijo con toda su gloria los reunirá a todos como un pastor reúne a sus
ovejas y comenzara a derecha e izquierda, a la derecha las ovejas que son los
que cumplieron si voluntad llevando una vida centrada en el amor de Dios,
derrotando al pecado que siempre estuvo al acecho.
A la izquierda colocara los cabritos quienes
estuvieron en contra de su voluntad llevando una vida de pecado, dejando que en
su corazón reinara el odio, el rencor y todo aquello que separa del amor de
Dios.
Con esta reflexión deja muy en claro que al
final hay un juicio por el que todos debemos que pasar, es una obligación donde
ya no queda espacio para el arrepentimiento teniendo que pagar la condena por
todos los actos.
De este modo nos presenta Jesús el momento del juicio
final, haciendo referencia que no hemos sido creados para condenarnos, ni Él ha
venido al mundo para castigar a los malvados. Cristo ha venido a traernos la
salvación, la cual no existía para el hombre hasta su muerte y resurrección.
Dios quiere que todos los hombres se salven, pero sin perturbar nuestra
libertad. Por eso el juicio final consistirá en separar a aquellos que durante
la vida demostraron desear la salvación de aquellos que no.
Ante esta situación viene la gran pregunta es, ¿Qué
hay que hacer para obtener la salvación?, la respuesta la dio el mismo Jesús al
joven rico: cumplir sus mandamientos. El mandamiento principal que Jesús nos
dejó fue el amor, Jesús juzgará nuestra vida bajo la ley del amor, por lo tanto
se debe hacer un propósito firme y
sincero de vivir cada día con esta conciencia de que tenemos que vivir el
mandamiento del amor que Cristo nos dejó.
El Purgatorio y el Infierno son dos realidades
sobrenaturales de las cuales se habla poco y se conocen mucho menos, mas sin
embargo como católicos sabemos que después de morir, nuestra alma puede irse al
Cielo, al Purgatorio o al Infierno: depende de cómo fue nuestra vida en la
Tierra.
En tiempos pasados, cuando se enseñaba la fe, se nos decía mucho: Dios te va a castigar o Te vas a ir al infierno, frases por el estilo nos impedían entender la bondad de Dios teniendo la concepción de un Dios castigador.
Ahora, en cambio para la nueva época las afirmaciones
han ido cambiando y las que escuchamos con mayor frecuencia son: El infierno no
existe o No pasa nada si hiciste algo malo, perdiendo con esto la concepción del pecado, que ya no existe, que
los mandamiento la Iglesia debería cambiarlos, llevando esto al otro extremo, sin llegar a la verdadera
comprensión de lo que es el Infierno o el Purgatorio.
De hecho, hay quienes sostienen que el Demonio ganó una batalla importante: el hacer creer al hombre que el Infierno no existe, perdiendo todo temor y respeto por las cosas sagradas.
El Infierno es un estado que corresponde, en el más
allá, a los que mueren en pecado mortal y enemistad con Dios, habiendo perdido
la gracia santificante por un acto personal, es decir, inteligente, libre y
voluntario.
¿Crees que si no existiera el Infierno, Jesús hubiera empleado su tiempo, que Él sabía muy valioso, hablando de una mentira, algo ficticio, sólo para asustar a los hombres? Jesucristo sabía lo que es el Infierno y por eso vino al mundo: a librarnos de ese castigo eterno y a enseñarnos el camino para llegar al Cielo.
Por otra parte, si el Infierno no existiera, ¿qué sentido tendría la salvación? ¿A qué hubiera venido Jesús al mundo? ¿A salvarnos de qué?
No podemos escapar de creer que el Infierno es algo real, debemos tomar en serio la posibilidad de ser desgraciados para siempre.
Las almas que llegaron a la muerte en estado de
gracia, pero no totalmente purificadas para entrar al Cielo, pasan a un estado
de purificación que conocemos con el nombre de Purgatorio, siendo este como un
infierno temporal, diferente al infierno, en el
purgatorio se centra el amor y en el infierno se centra el odio.
El retraso en la posesión de la persona amada provoca sufrimiento y ese sufrimiento purifica el amor, lleva a un amor más pleno. De esto se trata el Purgatorio: amor fundado en la esperanza de estar con el amado, al cual no se puede alcanzar en ese momento.
¿Cómo es posible que exista el Infierno, si Dios es infinitamente misericordioso?
Dios ofrece su amistad sobrenatural al hombre, quien
puede rechazarla libremente. Dios ofrece esta amistad gratuita y libremente,
pero nunca la impone. Además, nos da la vida terrena para elegirla.
Después de la muerte, el hombre ya no tendrá posibilidad de elección. El hombre que ha rechazado en su vida la amistad con Dios, ya no es admitido a ella.
Esta conciencia de no admisión y el saber que ya no tiene remedio, que ya no hay posibilidad de conversión, hace que surja en el condenado el odio y el endurecimiento.
En el momento de la muerte, el alma separada del cuerpo, por ser espíritu puro, queda fija para siempre en la posición a favor o en contra de Dios que tenía en el último momento de vida. Dios rechaza eternamente al condenado, pero no porque lo odie, pues su amor es siempre fiel, sino porque el condenado está eternamente cerrado a recibir el perdón.
El cielo es el estado de la alegría eterna, la ultima
meta para el cristiano y gozar de la plenitud de Dios para toda la eternidad, es la satisfacción
de los más profundos anhelos del corazón humano y consiste en la más perfecta
comunión de amor con la Trinidad, con la Virgen María y con los Santos, los
bienaventurados serán eternamente felices, viendo a Dios tal cual es
El Cielo es felicidad que rebasa nuestros deseos,
actividad sin cansancio, descanso sin aburrimiento, conocimiento sin velos,
grandeza sin exceso, amor sin afán de posesión, perdón sin memoria, gratitud
sin dependencia, amistad sin celos, compañía sin estorbos. En el Cielo, Dios
nos concederá mucho más de lo que podemos pedir o imaginar y aún aquello que no
nos atrevemos a pedir.
Se gana el cielo con las buenas obras viviendo en la
plenitud del amor de Dios, es el estado de gracia que Dios concede a los hijos
obedientes cumplidores de su voluntad, es la demostración que todas las buenas
obras tienen su premio,
El cielo hay que cultivarlo día tras día, sin dejar
que la llama de la fe se apague, con la seguridad que Jesucristo esta allí con
todo su esplendor, siendo el cielo una conciencia continua del amor de Dios.
Todos debemos estar atentos y preparados para su
segunda venida, haciendo vida el evangelio en nuestro corazón, experimentando
en el atardecer de la vida ser examinados por el amor,
Para muchos el cielo es lo que se ve al levantar la
mirada, esto es tan solo un espacio que delimita lo terreno con lo infinito de
la creación, el cielo trasciende mas allá de estas fronteras, siendo el paso de
la material a lo espiritual, una espiritualidad basada en el amor infinito, no
con la espiritualidad del pecado que lleva a otros estados de alma a padecer
amargas condenas.
El cielo sobre pasa el símbolo de una noche
estrellada, que de por sí es una bella obra de arte que digna de admiración y
acá está reflejada las maravillas del creador, siendo este un espacio
maravilloso en donde el ojo humano se astasia quedando sin palabras, mucho más
el cielo el estado donde Dios espera a todos sus hijos con los brazos abiertos
después de pasar por la muerte, el purgatorio y el juicio, el espacio de la
plenitud del amor.
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