EL SER HUMANO COMO SUJETO ETICO Y MORAL
1. ANALISIS SALAMO 8.
El hombre es la creatura con mayor virtud puesta sobre la tierra, quien
fuera creado para gobernar el mundo natural por la Gracia de Dios que quiso
hacer el hombre a su imagen y semejanza, dotándolo de una inteligencia con la
capacidad de gobernar sobre todos los seres, puestos sobre un mundo
maravilloso, un mundo real y material que tentó al mismo hombre a caer en la
tentación.
Dios le dio la dignidad al ser humano de ser superior en todo, con la libertad de ir, de venir y de
actuar de acuerdo a su pensamiento sobre un mundo mágico de ilusiones que lo
llevaron a separarse de su creador, formando su propio mundo muy lejos de la
realidad de Dios y para la cual fue creado, abusando del poder, de la gloria y
yendo en contra de la voluntad de su creador.
El hombre ante el mundo es un ser pequeño que ha ido descubriendo
gracias a la sabiduría y al poder de la mente que Dios le dio nuevas fronteras
que traspasan las realidades contemporáneas del momento, en un mundo por
descubrir del cual Dios es su único dueño, mundo que el hombre ha querido
apoderarse por su propia cuenta con la idea firme que lo pude descubrir todo y
manejarlo todo.
Si bien es cierto el hombre gracias a la voluntad de su creador ha
puesto al servicio de la humanidad todos los avances tecnológicos que son de
suma importancia para la salud y la evolución de la vida misma, lo más
importante de todo esto es no olvidarse que primero está la mano de Dos atenta
a brindar estas ayudas que por intermedio de la mente humana se hacen realidad,
Cuando se contempla la creación entera dese el más mínimo detalle se
evidencia la grandeza de su amor, anteponiendo siempre al hombre demostrando
con hechos que siempre está atento a cada una de sus situaciones de vida.
Dios nunca se olvida del hombre, es el hombre que por su soberbia y
orgullo se aleja de los designios de Dios, hasta creerse el dueño de la
creación de la cual es su administrador y de la que un día tendrá que rendir
cuentas.
Dios, le dio el poder al hombre de gobernar al mundo mas no apoderarse
de el como lo ha venido haciendo con el afán de ganar prestigio y un mal
llamado lugar de privilegio ante la sociedad, privilegio que no aprovecho
Jesucristo en su paso por el mundo a pesar de ser Dios y tener todo el poder y
la gloria para hacerlo, dejando con esto el mensaje de la integración y la
unidad, mensaje del que todos se atreven a hablar pero no aplican, dado que el
orgullo guardado en el corazón del hombre no permite tener un abajamiento de
poder tal y como lo hizo Jesucristo, quien vino a servir y no ser servido,
complementado el mensaje que cada uno debe ser su más fiel servidor, muy
contrario a los seres humanos que humillan a sus semejantes y la misma
creación.
El salmo invita a contemplar la creación y a conocer interiormente a las
demás personas aceptándolas tal y como las creo Dios, a maravillarse de la
sabiduría y el orden de todo lo creado conviviendo con todas las cosas y los
demás semejantes compartiendo cada detalle de la creación, con una invitación
concreta a cuidar de la creación y de las personas.
2. EL HOMBRE Y LA DIGNIDAD
La
dignidad del hombre nace del hecho de haber sido creado por Dios a su imagen y
semejanza, haber sido reconciliado por Cristo y estar llamado a la
Bienaventuranza del Cielo, es tanta la dignidad del hombre, que el Concilio
Vaticano II afirma que el hombre es la única criatura en la tierra a la que
Dios ha amado por sí misma.
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El
hombre, ayudado por la gracia y usando bien de su libertad, puede identificar
su voluntad con la voluntad de Dios, donde la libertad es la capacidad que tiene el hombre
de ejecutar por sí mismo acciones deliberadas, siendo la libertad en el hombre el signo eminente de la imagen
divina. La libertad humana alcanza su grado máximo cuando el hombre descubre el
pan de amor que Dios tiene para él y lo vive plenamente en su actuación diaria.
Gaudium et Spes es el
documento más importante en la tradición social de la Iglesia, señala el
deber que tiene el pueblo de Dios de observar los signos de los tiempos a
la luz del Evangelio, para darse cuenta de la pérdida de valores, de los
cambios que caracterizan al mundo actual.
El mensaje de la Gaudium et
Spes es Cristo mismo. Él es el Señor de la historia, su centro y su fin. Él es
la luz del mundo que ilumina el misterio del hombre su gracia, por la acción
del Espíritu Santo, trabaja activamente en el corazón de todo hombre de buena
voluntad. Los cambios tecnológicos y sociales ofrecen por igual preciosas
oportunidades y grandes dificultades para la difusión y vivencia de la Buena
Nueva. Es deber de la Iglesia en el mundo pugnar porque se den las condiciones
necesarias para la promoción de la dignidad humana y del bien común.
Cuando una persona no comprende la dignidad de
ser hombre, no comprende la seriedad de su existencia, el valor de su propia
vida, la hondura de su proyecto personal. No comprende que vale la pena que él
exista. No comprende que eso que le puede pesar mucho, que es tener tal
cualidad o no tenerla, ser hijo de tal persona o no serlo, aquello no tiene
importancia comparado con su grandeza, el hecho de que es un ser humano, que su
vida tiene un valor y vale la pena, que su vida no tiene porque estar como
atenazada por complejos. Si acaso un complejo de dignidad, de serenidad, de
autoestima, de capacidad de volcarse sobre otros. Soy un ser humano y tengo un
valor inmenso, total.
La libertad no me la da nadie, la libertad la tengo por ser hombre, por mi grandeza. Todo esto me da respeto, nadie puede decidir por mí, mucho menos decidir si voy a vivir o no, nadie puede optar por mí.
De cara a la verdad: hay que lograr que cada ser humano entienda la verdad en su propia existencia, la verdad del hombre. El hombre no es un consumidor, el hombre no es un parásito, el hombre no es un avaro, no es un dominador, el hombre tiene esa grandeza maravillosa y esa capacidad estupenda. Hay que lograr que el hombre entienda su grandeza de cara al amor. El hombre es lo único digno de ser amado por sí mismo. Y el único amor verdadero es a personas, no a cosas.
De cara a la moral: el hombre es el único que puede hacer conscientemente el bien, poseer el bien como algo propio, realizarse haciendo el bien. De cara a la eficiencia: el hombre no puede esclavizarse, no puede simplemente decir, "yo tengo que producir, yo tengo que ser eficiente". No, el hombre vale no por lo que hace, sino porque es un ser humano. De cara al éxito: el hombre no puede considerarse digno por lo que los demás piensen de él, sino porque así enano, es querido directamente por Dios. De cara al progreso: nunca puede irse como de costa a la dignidad del hombre, no hay desarrollo si no se desarrolla el hombre; no hay mejoría, sino se mejora al hombre.
El punto de mira, el punto de valoración de toda la realidad es la dignidad del hombre. Hay que ver entonces el aborto, como la masacre de la dignidad humana. El aborto solo se entiende si se destruye la dignidad del hombre, solo cabe pensar en aborto cuando el hombre no vale por ser hombre sino vale por otras cosas, cuando el hombre como tal no es considerado. El aborto es la peor tragedia de la sociedad. No solamente se destruye la vida de un hombre, se destruye la dignidad misma de todos los seres humanos.
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