EL FIN ÚLTIMO DEL HOMBRE
1. El hombre desde siempre
está en constante búsqueda de su perfección, de todo aquello que lo lleve a
tener una mejor vida, una muestra es el avance tecnológico que se ha venido
presentando a través de la historia del hombre, día a día está experimentado cosas
nuevas, nuevos inventos que ayudan en el trabajo, nuevas formas de pensar y de
ver la vida de acuerdo a las circunstancias de cada época, son todas estas
cosas un conjunto que lleva al hombre adentrarse en un mundo lleno de
vicisitudes de las cuales se queda en ellas para siempre, por no saber afrontar
todas estas situaciones.
En siglos pasados se
vivía muy diferente a la del mundo
actual, teniendo siempre el deseo de poder, con esto no se quiere decir que los
avances de la ciencia sean malos, por el contrario han ayudado y continuaran
ayudando a la superación del hombre, el problema radica que el hombre se olvida
por momentos que todas cosas son fruto de la inteligencia dada por Dios, que si
su ayuda nada sería posible como lo quieren hacer ver los ateos o los que no
les gusta aceptar el poder de un ser supremo que lo ha dado todo.
El fin último del hombre es y
será siempre el mismo, la búsqueda plena del Reino de Dios, reino al cual el
hombre hace todo lo contrario por entrar por estar pendiente de otros fines
terrenales que lo van alejando de estas realidad ya no humana si no espiritual.
Por más avances que tengan la
tecnología, la ciencia y demás cosas del mundo terrenal, hay una sola cosa que
no cambia es la infinita misericordia de Dios como fin último del hombre, como
lo demuestra el decálogo desde Moisés hasta nuestros días, las mismas diez
normas de vida que llenan de gozo espiritual, pasos para vivir en la plenitud
de la paz, que a hoy han llegado a manifestar que son cosas pasadas de moda que
la iglesia debería pensar en hacer cambio, sencillo no se puede hacer el pecado
es uno solo, así como la fe y el amor de Dios, en el momento que vas en contra
de la voluntad de Dios ya estas cometiendo pecado, otra de las muestras se
encuentran en las Sagradas Escrituras que fueron terminadas de escribir antes
de finalizar los primeros cien años de nuestra era, y hasta hoy han pasado más
de dos mil años con la misma vigencia de antes sin sufrir reforma alguna por
ser Palabra de Dios,
El mensaje que dejo Jesucristo
fue el del amor, de la unidad, del perdón, de la entrega el servicio, teniendo
como base la Fe en Dios, esa misma Fe que experimento Abraham desde el momento
de su llamado para guiar al pueblo elegido, pero el hombre siempre encuentra
otros caminos que le den la supuesta libertan y la supuesta tranquilidad,
cuantos no han experimentado estas cosas, viajan por otros mundos, lo prueban
todo y terminan dándose cuenta que el único verdadero y real fin que lo tiene
todo es el amor de Dios y regresan como el hijo prodigo arrepentidos y dolidos
por todo el tiempo perdido, pidiendo perdón y olvida por cada una de las faltas
cometidas, y Dios como siempre, el Padre noble y fiel que lo perdona todo los
recibe de nuevo en su reino con los brazos abiertos celebrando grandes
banquetes.
En este sentido el hombre está
llamado a saber diferenciar entre cada uno de los fines que busca, cuales son
los terrenales que lo alejan del fin último y real que conduce a Dios y no
dejarse arrastrar por las tentaciones, que como tentaciones del maligno van
sacando de la realidad divina abriendo otras puertas con realidades efímeras
que lo único que logran es confusión y engaño, llenando el corazón del hombre y
a la sociedad en un mundo solitario, autoritario en donde impera la ley del más
fuerte.
2.Se debe entender que el bien
es uno solo, que no se puede hacer el bien a medías, se hace o no se hace el
bien, y solamente en lo material y lo terrenal que es valedero desde todo punto
de vista, pero de nada sirve hacer este tipo de bienes si no se complementa con
el bien espiritual que nace de las profundidades del ser, donde no hay espacio
al rencor, al engaño y el dolor, es hacer el bien en todos los sentidos sin
esperar nada a cambio y sin prejuzgar que hacen con las ayudas brindadas, las
cosas se dan libremente, con amor, sin hacerle seguimiento o entrar no volver a
brindar ayudas por el solo hecho que no hicieron con ellas lo que se quería que
se hiciera, lo mismo pasa con nuestro Padre Dios, el da las cosas y le damos el
uso indebido abusando de su voluntad.
Hacer el bien es el camino
para llegar a Dios y no siempre es un camino de rosas, a veces es estrecho,
otras veces amplio, un camino con todos los terrenos y variedades de climas que
hacen por momentos un mundo hostil lleno de confusiones, es allí donde no se
debe perder la calma y la fe, como el ejemplo de las huellas en la arena, es
Dios quien nos lleva en los momentos de tristeza y angustia.
El bien que hacemos no se una
respuesta a favores recibidos, es un don de Dios unido al servicio, como
ejemplo claro que no se vino a que le sirvan si no a servir, (Mt 20,28), esto
aplica para toda nuestra vida tanto en lo material como el espiritual
aprendiendo a darle el valor y sentido a las cosas de Dios.
No se puede perder el rumbo de
la voluntad de Dios de ser sus más fieles discípulos e ir por todo el mundo
predicando su Palabra de esperanza, fe y caridad, virtudes que siempre deben
reinar en nuestro corazón.
Con el paso de los años se va
entiendo el sentido de la vida, cada día es una lección de vida por aprender
que van formando el conjunto de realidades, modelos de vida que se convierten
en testimonios de los cuales sin darnos cuenta son ejemplo de vida para la
sociedad, es por eso que lo más importante de vivir en Cristo es el testimonio
de vida.
La vida del hombre nace en
Dios y tiene como su fin último el amor de Dios, al igual que el universo
adornándolo con el Bien como fundamento de todos los demás bienes, con la
capacidad de amar, de perdonar, de entrega y servicio al prójimo,
Como hijo de Dios estoy no en
la obligación pero si con el compromiso de cumplir sus mandamientos, vivir en
la plenitud de los sacramentos de acuerdo a mi estado personal con Dios,
religioso o laico, aprendiendo a vivir en comunidad y aceptando al prójimo con
sus debilidades y fortalezas siendo portador y cumplidor la misión de la cual
se fue encargado.
Mi vida debe estar centrada en
cumplir la voluntad de Dios, mantener viva la Fe, hacer el Bien respetando a
cada quien sus derechos, deberes y obligaciones, con la humildad centrando mi
existencia en un anuncio kerigmatico tal y como lo hizo Jesucristo
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