TRANMISIÓN DE LA FE EN LA FAMILIA
La nueva evangelización es el
proceso dentro cual la iglesia ha abierto las puertas a la sociedad para dar a
conocer de manera directa su ministerio y compromiso de evangelizar a todo el
mundo, tal y como lo ordeno Jesucristo antes de subir a los cielos, el mandato
de ir por todo el mundo a predicar el evangelio.
Dentro de este contexto la
familia como célula principal de la sociedad no puede estar ajena a esta tarea
y para ello en el sínodo de los Obispos en la XIII Asamblea General Ordinaria
se trato en profundidad el tema de la evangelización dejado a la luz pública un
documento titulado La Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe
Cristiana, que ayude a comprender mejor este nuevo proceso.
La urgencia de evangelizar no
es de una sola región en común, la misión es la de ir hasta los lugares más
apartados y lejanos de la tierra, allí donde también se encuentra la necesidad
de dar a conocer todo lo que Dios por intermedio de sus profetas y su amado
Hijo quiere que el hombre aprenda, comprenda y le abra las puertas de su
corazón y sea ungido por el amor de Dios, es dar a conocer de manera directa
así como lo hizo Jesús con sus discípulos.
Dentro
de la Conferencia Episcopal ven la necesidad de buscar nuevos instrumentos y
expresiones para hacer comprensible la Palabra de Dios en los ambientes de vida
de la humanidad contemporánea. El evento
sinodal tendría que representar una ocasión de debate y de participación, tanto
del análisis como de las acciones que compartir para alentar a los pastores y a
las iglesias particulares.
Jesucristo, Evangelio de Dios para el hombre se
reitera el núcleo central de la fe cristiana, que no pocos cristianos ignoran,
proponiendo el Evangelio de Jesucristo como Buena noticia para el hombre
contemporáneo. La nueva evangelización
es la expresión de la dinámica interna del cristianismo, que desea dar a
conocer a los hombres de buena voluntad la profundidad de la riqueza, de la
sabiduría y del conocimiento del misterio de Dios revelado en Jesucristo, más
que una ansiosa respuesta ante la crisis de la fe y los nuevos desafíos que el
mundo actual plantea a la Iglesia.
Mirando de una manera más concreta al contexto de la
nueva evangelización, el Sínodo recuerda, por tanto, la necesidad de reavivar
la fe que corre el riesgo de oscurecerse en los contextos culturales actuales,
también frente al debilitamiento de la fe en muchos bautizados. El encuentro
con el Señor, que revela a Dios como amor, sucede sólo en la Iglesia como forma
de comunidad acogedora y experiencia de comunión; desde aquí, entonces, los
cristianos pasan a ser sus testigos en otros lugares.
Tiempo
de nueva evangelización, está dedicado
sobre todo a señalar los desafíos actuales a la evangelización y la descripción
de la nueva evangelización. Se trata de los nuevos desafíos a la evangelización
en el mundo contemporáneo, descritos con varios escenarios. La Iglesia está
llamada a discernir tales escenarios para transformarlos en lugares para el
anuncio del Evangelio y de experiencia eclesial.
En la obra de nueva evangelización, se desea
una renovación de la pastoral ordinaria de las Iglesias particulares y, al
mismo tiempo, se espera en una nueva sensibilidad que requiere creatividad y
audacia evangélica, hacia las personas que se han alejado de la Iglesia. El
arzobispo mencionó que muchas de las respuestas habían señalado también la falta
de vocaciones para el sacerdocio y la vida consagrada, que requiere, por otra
parte, una fuerte pastoral vocacional.
La Iglesia afirma que para evangelizar hay que estar,
ante todo, evangelizados y lanza un llamado, empezando por ella misma, a la conversión,
porque la debilidad de los discípulos de Jesús pesan sobre la credibilidad de
la misión. Conscientes del hecho de que el Señor es la guía de la historia y
que, por tanto, el mal no tendrá la última palabra, los obispos invitan a los
cristianos a vencer el miedo con la fe y a mirar el mundo con sereno coraje
porque, aunque éste está lleno de contradicciones y retos, sigue siendo el
mundo que Dios ama.
Por
consiguiente, nada de pesimismo: globalización, secularización y nuevos
escenarios de la sociedad, migraciones, incluso con las dificultades y
sufrimientos que conllevan, deben ser oportunidad de evangelización. Porque no
se trata de encontrar nuevas estrategias como si el Evangelio hubiera que
difundirlo como un producto de mercado, sino de redescubrir los modos con los
que las personas se acercan a Jesús.
Transmitir
la fe, la finalidad de la nueva evangelización es la transmisión de la fe. La
Iglesia trasmite la fe que ella misma vive y todos los cristianos están
llamados a contribuir. Los obstáculos a la fe pueden ser internos a la Iglesia,
una fe vivida de forma pasiva y privada, el rechazo de una educación de la fe
propia, una separación entre fe y vida, o fuera de la vida cristiana la
secularización, el nihilismo, el consumismo, el hedonismo.
El Año
de la Fe representa un llamamiento urgente a la conversión para que cada
cristiano y cada comunidad, transformados por la gracia, den abundantes frutos.
Entre estos, el esfuerzo ecuménico, la búsqueda de la verdad, el diálogo
interreligioso, la valentía para denunciar las infidelidades y los escándalos
en la comunidad cristiana.
Reavivar
la acción pastoral, habla de la
transmisión de la fe, reproponiendo los
instrumentos madurados durante su Tradición, en particular, el primer anuncio,
la iniciación cristiana y la educación, intentando adaptarlos a las condiciones
culturales y sociales actuales.
Habría
que entender mejor, desde el punto de vista teológico, la secuencia de los
sacramentos de iniciación cristiana que culmina en la Eucaristía y reflexionar
sobre los modelos para poner en práctica la profundización deseada.
El mensaje mira a la familia como lugar natural de la
evangelización e insiste en que debe ser sostenida por la Iglesia, la política
y la sociedad, dentro de la familia, se resalta el papel especial de las
mujeres y se recuerda la situación dolorosa de los divorciados y vueltos a
casar: aunque se reconfirma la disciplina sobre al acceso a los sacramentos, se
insiste en que no están abandonados por el Señor y que la Iglesia es la casa
que acoge a todos.
El mensaje cita también la vida consagrada, testimonio
del sentido ultraterrenal de la existencia humana, y las parroquias como
centros de evangelización; recuerda la importancia de la formación permanente
para los sacerdotes y los religiosos e invita a los laico, a evangelizar
permaneciendo en comunión con la Iglesia.
La nueva evangelización acoge favorablemente la
cooperación con las otras Iglesias y comunidades eclesiales, también ellas
movidas por el mismo espíritu de anuncio del Evangelio. Se presta particular
atención a los jóvenes, en una perspectiva de escucha y de diálogo para
recuperar, y no mortificar, su entusiasmo.
Mira al diálogo de distintas maneras: con la cultura,
que necesita una nueva alianza entre fe y razón; con la educación; con la
ciencia que cuando no encierra al hombre en el materialismo se convierte en una
aliada de la humanización de la vida; con el arte; con el mundo de la economía
y el trabajo; con los enfermos y los que sufren; con la política, a la cual se
pide un compromiso desinteresado y transparente del bien común; con las otras
religiones.
El
mensaje mira a las Iglesias de las distintas regiones del mundo y a cada una de
ellas les dirige palabras de aliento para el anuncio del Evangelio: a las
Iglesias de Oriente les desea que puedan practicar la fe en condiciones de paz
y de libertad religiosa; a la Iglesia de África le pide que desarrolla la
evangelización en el encuentro con las antiguas y las nuevas culturas, haciendo
después un llamamiento a los gobiernos para que cesen los conflictos y la
violencia. Los cristianos de América del Norte, que viven en una cultura con
muchas expresiones lejanas del Evangelio, deben mirar a la conversión, a ser
abiertos para acoger a los emigrantes y refugiados.
Se invita a América Latina a vivir la misión
permanente para hacer frente a los desafíos del presente como la pobreza, la
violencia, también en las nuevas condiciones de pluralismo religioso. La
Iglesia en Asia, aun cuando es una pequeña minoría a menudo relegada al margen
de la sociedad y perseguida, es animada y exhortada a mantenerse firme en la
fe. Europa, marcada por una secularización también agresiva y herida por
regímenes pasados, ha creado sin embargo una cultura humanística capaz de dar rostro
a la dignidad de la persona y a la construcción del bien común; las
dificultades del presente no deben por tanto abatir a los cristianos europeos,
sino que deben ser percibidas como un reto. A Oceanía se le pide que sienta de
nuevo el compromiso de anunciar el Evangelio. El mensaje se cierra
encomendándose a María, Estrella de la Nueva Evangelización”.
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