CONCIENCIA MORAL BASADO EN LA VOLUNTAD DE DIOS


1 ¿Qué doctrina nos presenta? Capítulo 16 de Gaudium et Spes

Nos presenta el actuar basado siempre en la voluntad de Dios, en la justa conciencia que lleve un obedecer de acuerdo a la ley escrita por Dios, en base a esta ley el hombre sabe cómo actuar en derecho sin ofender e ir en contra de los designios de Dios, es una ley que está escrita en lo más profundo del corazón la cual lo juzgara de acuerdo a sus actos.

La conciencia es para el hombre el núcleo más secreto en su actuar, nadie más que la conciencia es la que entra directamente en el interior del hombre, es allí en aquel lugar en donde no hay espacio a engaños, la conciencia todo lo ve, y es la parte que lleva al hombre a mejorar su actuar, ni las leyes humanas pueden adentrarse en el interior de las conciencias, pueda que la ley humana lo declare libre, pero su conciencia lo continuara juzgando, porque para la conciencia lo único real es vivir en la plenitud del actuar en derecho sin hacer el mal.

La conciencia es la voz de Dios que constantemente está repitiendo y acusando cuando se obra de mala manera o con engaños, siempre la conciencia está en la búsqueda de la verdad.

Cuando el hombre se va adentrando en el mundo del pecado sin ningún tipo de arrepentimiento la conciencia se va entenebreciendo por este hábito, llegando con esto al ser interior del hombre sombras  y dudas que lo llevar a convertirse en un se llenó de odio y falta de perdón lejos de la voluntad de Dios.

2. Capítulo 10 de la encíclica humane vitae.

La familia como tal es el centro de la moral de los hijos con padres y estos a su vez deben mantener una unidad en conciencia que evite un crecimiento fuera de la moral cristiana.

Los padres están  llamados a educar a sus hijos bajo normas de conducta que no atenten con la ley divina, siendo consecuentes y serios con los mandamientos, todo basado en el amor familiar como pareja involucrando a los hijos.

Los padres deben tener una paternidad responsable donde conozcan las obligaciones y deberes para con sus hijos de manera tal que los hijos sientan la protección de sus padres.

La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores. 

En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia

El amor se ordena a dar la vida, a ser fecundo. Pero la fecundidad por la cual los esposos se convierten al mismo tiempo en padres y madres debe ser también una dimensión humana, es decir, guiada por la razón y por la virtud que la perfecciona en el plano del obrar: la prudencia. De aquí que Pablo VI hable de paternidad y maternidad responsables: “el amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de ‘paternidad responsable’ sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente. Hay que considerarla bajo diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí”


 3. Control natal de los hijos

El control natal a veces es utilizado de manera equivocada como sinónimo de planificación familiar y paternidad responsable. Visto de esta manera, en el control natal no es la pareja quien decide el número de hijos que desea tener o el método utilizado para planificar su familia sino es alguien más quien toma estas decisiones.

Generalmente en los programas de control natal se pretende tener un dominio sobre los índices de fertilidad de una población, sin importar el respeto hacia la persona, al bien integral del matrimonio y a la familia.


Es precisamente en el análisis ético del medio utilizado para el control natal donde encaja la revisión de los dos temas la planificación familiar natural y de los métodos anticonceptivos.

En el sentido de cuántos hijos quiere tener la pareja, corresponde a la pareja esta decisión muy personal, ya que ellos son los principales educadores y formadores de sus hijos, en la palabra amor va implícito que deberán hacerlo mediante su inteligencia y voluntad, con gran generosidad pero a la vez responsabilidad.


Es un privilegio y no un derecho,  un hijo es un don y el matrimonio confiere el derecho a entregarse en el acto conyugal del cual se puede derivar la vida, mas no confiere el derecho a tener hijos, pues son personas y no objetos.

Es una obligación puesto que un hijo tiene el derecho a tener padres y por tanto los padres se obligan ante los hijos, aquí está la gran responsabilidad que tienen los padres ante la transmisión de la vida.

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