EL SACRAMENTO DE LA CONFESION


1. ¿Por qué la Iglesia tiene poder de perdonar pecados?

La Iglesia tiene la misión y el poder de perdonar los pecados porque el mismo Cristo se lo ha dado: Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

El perdón de los pecados cifra la misión de Cristo en el mundo, pues como dice San Pablo, se entregó por nuestros pecados y resucitó por nuestra justificación, para dejarnos el camino libre, la salvación es gratis la cuenta ya está saldada, lo importante para el hombre radica en saber comprender este mensaje de perdón mutuo y sincero por parte de Dios cada vez que se toma la decisión de acudir al sacramento de la penitencia.

Cristo quiso que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y el instrumento del perdón y de la reconciliación que dejo al precio de su sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio apostólico, que está encargado del ministerio de la reconciliación (2 Cor 5,18). El apóstol es enviado en nombre de Cristo, y es Dios mismo quien, a través de él, exhorta y suplica: “Déjense reconciliar con Dios” (2 Co 5,20).

Al hacer partícipes a los apóstoles de su propio poder de perdonar los pecados, el Señor les da también la autoridad de reconciliar a los pecadores con la Iglesia. Esta dimensión eclesial de su tarea se expresa particularmente en las palabras solemnes de Cristo a Simón Pedro: “A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16,19).

Poder que continuo con la sucesión de los papas en la historia de la Iglesia hasta nuestros días, allí es donde está la cabeza visible de la Iglesia guiada por el poder el Espíritu Santo, toda la Iglesia en su conjunto tiene el poder de perdonar los pecados, ya es decisión del confesor si tiene un verdadero arrepentimiento de corazón.

En la Iglesia primitiva, la Penitencia se convirtió en una tabla de salvación para el pecador bautizado. Pero se propagó la práctica de limitar el frecuente acceso al sacramento para evitar abusos.

2. Formula sacramental de absolución de pecados.

Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

El sacerdote quien es escogido entre hombres para ejercer el ministerio de la Iglesia de Dios es dotado de igual manera con el poder infinito de perdonar pecados, siendo este el puente entre Dios y el hombre para lograr la reconciliación.

Como ya se mencionó, Cristo le dio el poder de perdonar a los apóstoles, los obispos como sucesores de ellos y los sacerdotes que colaboran con los obispos son los ministros del sacramento (Cfr. CIC 965). Los obispos, quienes poseen en plenitud el sacramento del Orden y tienen todos los poderes que Cristo le dio a los apóstoles, delegan en los presbíteros (sacerdotes) su misión ministerial, siendo parte de este ministerio, la capacidad de poder perdonar los pecados. Esto fue definido por el Concilio de Trento como verdad de fe en contra de la postura de Lutero que decía que cualquier bautizado tenía la potestad para perdonar los pecados. Cristo sólo le dio este poder a los apóstoles (Cfr. Mt.18, 18; Jn. 20, 23).

El sacerdote es muy importante, porque aunque es Jesucristo el que perdona los pecados, él es su representante y posee la autoridad de Cristo.

El sacerdote debe de tener la facultad de perdonar los pecados, es decir, por oficio y porque se le ha autorizado por la autoridad competente el hacerlo. No todos los sacerdotes tienen la facultad de ejercerla, para poderla ejercer tiene que estar capacitado para emitir un juicio sobre el pecador. 


Los confesores deben de tener la intención de Cristo, debe ser instrumento de la misericordia de Dios. Para ello, es necesario que se prepare para ser capaz de resolver todo tipo de casos  comunes y corrientes o difíciles y complicados, tener un conocimiento del comportamiento cristiano, de las cosas humanas, demostrar respeto y delicadeza, haciendo uso de la prudencia. El amor a la verdad, la fidelidad a la doctrina de la Iglesia son requisitos para el ministro de este sacramento. Los sacerdotes deben estar disponibles a celebrar este sacramento cada vez que un cristiano lo solicite de una manera razonable y lógica. 

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