La devoción al Corazón de Jesús.

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01/07/11
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. 

La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios. Pero fue Jesús mismo quien, en el siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.

El 16 de junio de 1675 se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a Santa Margarita María de Alacoque. Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro
Señor decir: "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor."

Con estas palabras Nuestro Señor mismo nos dice en qué consiste la devoción a su Sagrado Corazón. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación.

Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe sobre todo en la Sagrada Eucaristía.

Promesas del Sagrado Corazón
Las Promesas de Nuestro Señor a Santa Margarita María Alacoque en favor de aquellos que son devotos a su Sagrado Corazón.

LAS 12 PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

1ª.- A las almas consagradas a mi Corazón les daré las gracias necesarias para su estado.

2ª.- Daré paz a sus familias.

3ª.- Las consolaré en todas sus aflicciones.

4ª.- Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, principalmente en la hora de la muerte.
5ª.- Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas.

6ª.- Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.

7ª.- Las almas tibias se harán fervorosas.

8ª.- Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección.

9ª.- Bendeciré las casas en las que la imagen de mi Corazón se exponga y sea honrada.

10ª.- Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos.

11ª.- Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.

12ª.- Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.

Las condiciones para ganar esta gracia son tres:

1.    Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.

2.    Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3.    Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de explicación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

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